Se da cuenta del trabajo de la organización MyRAR a través de profundizar en el análisis de los contextos de producción y de uso del video y de sistematizar algunos métodos de trabajo en dicha organización. El objetivo es lograr que los aprendizajes ya generados por esta organización sirvan para ampliar y mejorar el uso de esta herramienta a futuro dentro de la misma, y también brindar información valiosa a otros colectivos de trabajo que se propongan trabajar con el video como herramienta.Partimos de sostener que los contextos de uso y de producción (Heras Monner Sans y Burin, 2009) condicionan las elecciones sobre recursos estéticos, estilísticos y de gramática cinematográfica en cada situación. Estos contextos están definidos por: a) la función que se le asigna al lenguaje audiovisual; b) los actores y la forma en que se toman (o que no se toman) las decisiones acerca de qué, cuándo, a quiénes filmar; y c) las cuestiones más específicas relacionadas con la planificación del trabajo de campo y edición (presupuesto, equipo de trabajo, equipo de filmación y tiempo disponible, entre otros factores). Es decir, la teleología (el sentido), la axiología (los valores) y la metodología (las técnicas y recursos con que se cuenta) inciden en cada caso en la forma en que se filma y se define el producto. Al analizar la experiencia desarrollada por MyRAr, es posible afirmar que el primer aspecto, el sentido o la finalidad del producto audiovisual, es el organizador más importante de los tres. Es muy probable que si el sentido es claro, aunque la forma de tomar las decisiones y las técnicas utilizadas no sean las más adecuadas, las producciones audiovisuales cumplan con los objetivos que se habían propuesto. En contrario, por más que se utilicen las mejores técnicas y las decisiones se tomen de manera participativa, si no está claro el sentido y los objetivos para los que se pretende filmar los productos no servirán de mucho.