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El futuro en el "presentismo"
maria emilia arabarco.
XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013.
Resumen
En Regímenes de historicidad (2003), Hartog reflexiona en torno a la experiencia del orden del tiempo por el que estaríamos transitando. En ésta se reconoce la fuerza e imposición del presente y el debilitamiento del futuro, horizonte temporal privilegiado de la modernidad. Sin embargo, pese a las críticas que fundamentalmente a partir de los ´60 comienzan a realizarse en torno a la noción de “progreso”, el horizonte futuro sigue ejerciendo un rol aún cuando no pueda entenderse ya en clave de “progreso”. El objetivo de este trabajo consiste en reflexionar en torno a los modos en que este régimen “presentista” se interroga por el futuro. Ya a partir de los ´50 comienza a hacerse visible el retroceso de la invocación paradójica del “progreso” que se habría reactivado tras las guerras mundiales (Hartog, F. (2007),p. 134-135) . El existencialismo, de la mano de Sartre –entre otros-, cuestionará el carácter positivo de la marcha hacia el porvenir, situando el compromiso con la acción en el presente. El orden del progreso será cuestionado por L. Strauss (1962) mediante una defensa renovada del pensamiento salvaje en un contexto de descolonización (2007:138-139). La “diversidad cultural” y las historicidades no reconocidas fueron reivindicadas desde la crítica a las categorías tradicionales de la historia (Lefort, 1954). Desde la antropología histórica, Sahlins (1982) afirmaba la historicidad de culturas extrañas a la “autocontemplación del pasado europeo”, buscando hacer estallar el concepto de historia , etc. (2007:45-49). Mientras las múltiples críticas al “progreso” abrieron una crisis del porvenir, los crímenes del siglo dieron lugar hacia los 80 al “memorialismo” y la “patrimonialización”. La confianza en el progreso quedaría desplazada y sería reemplazada por la preocupación por preservar los “lugares de memoria” y el “patrimonio”. Sin embargo, aún en este contexto memorialista surgido en el marco de la crisis de la idea de progreso, no se deja de preguntar por el vínculo entre pasado y futuro. Así como el testamento al indicar al heredero lo que es legítimamente suyo, “asigna un pasado al porvenir”, también asigna un “porvenir” al pasado. A mi parecer, el apego al patrimonio parece mostrar más que una predilección por la historización o un mero recurso en tiempos de crisis. Un presente que mira hacia atrás y hacia delante sin salir de sí mismo, muestra que el horizonte futuro tiene relevancia aún si no puede ser entendido como “progreso”, aún desde la desfiguración o la ausencia.
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