Fundamentación La música tonal presenta comportamientos o patrones prototípicos: la cadencia o el despliegue de un acorde son ejemplos de ello. El oyente, expuesto a la reiteración de estos patrones, adquiere intuitivamente conocimiento acerca del modo en que, con mayor probabilidad, la música tonal se conducirá. Durante la audición de una pieza, el oyente identifica puntos de tensión o distensión y realiza un sinfín de operaciones, de manera más o menos consciente, tales como: generar expectativa, realizar inferencias, validar o invalidar las inferencias, entre otras. Estas operaciones se encuentran directamente vinculadas al conocimiento adquirido por enculturación. Basado en la noción de estabilidad e inestabilidad tonal, Larson (1997) describe tres fuerzas musicales a las que denomina: gravedad, magnetismo e inercia. Según este autor, la gravedad es la tendencia de un tono inestable a ir hacia abajo; el magnetismo es la tendencia de un tono inestable a moverse hacia el tono más cercano, que se incrementa a medida que el discurso llega a la meta final; e inercia es la tendencia de un patrón de movimiento a continuar del mismo modo. A partir de estas tres fuerzas, Larson enumera una serie de patrones estables (sucesiones de altura) que resultarían prototípicos en la música tonal. Se estima que, las representaciones formales de la melodía, en etapas iniciales de la formación musical, serían influenciadas por la expectativa que genera el oyente respecto a los patrones que presenta Larson. Objetivos Analizar las diferentes respuestas producidas en las transcripciones melódicas por estudiantes de música en etapas iniciales de la formación musical. Indagar en qué medida las diferentes versiones podrían responder los patrones de la teoría de Larson. Metodología La muestra se conformó por 60 estudiantes de música en su primer año de formación profesional. Para desarrollar el estudio se solicitó a los estudiantes que transcribieran la melodía correspondiente a un fragmento de la canción ?Big big World?, luego de escuchar la canción completa 5 veces. El fragmento a transcribir comprendía 8 Unidades Formales Menores (UFM), cada una de ellas con 4 o 5 notas. La dificultad de la melodía resultaba acorde a los contenidos abordados durante las clases. Resultados De los sujetos que transcribieron la melodía completa sólo un 12 % logró transcribir la totalidad de las alturas correctamente. El restante 88 % reemplazó alturas generando así diferentes versiones respecto a la melodía original. Las alturas reemplazadas se analizaron en relación a la UFM que conformaban y se observaron modificaciones de los motivos con una alta tendencia a transformar los diseños de acuerdo a los patrones presentados por Larson. De las UFM que sufrieron modificaciones en la transcripción, un 70% se correspondió con esos patrones. Discusión El análisis de las transcripciones realizadas permitió advertir cierta sistematicidad en las respuestas ofrecidas por quienes no lograron transcribir correctamente las alturas de la melodía. Esta sistematicidad estaría fuertemente vinculada a la tendencia por conducir la melodía de acuerdo a los patrones que presenta la teoría de Larson. El gran desafío, en etapas iniciales del desarrollo de las representaciones musicales en general, y en particular de la melodía, consiste en transformar las experiencias de conocimiento musical adquirido por enculturación a conocimiento musical formalizado. Para ello resulta necesario considerar las versiones como diferentes niveles de aproximación a la respuesta que estarían proporcionando valiosa información acerca del modo en que se configuran estas representaciones.