El patrimonio histórico de la ciudad de Buenos Aires es abundante y su protección debe ser una de las metas principales de cualquier proyecto cultural institucional. La palabra patrimonio puede tener distintos significados. Según la Convención de la UNESCO (1972), el patrimonio cultural se compone de Monumentos, Conjuntos y Lugares de carácter excepcional. Entonces, sólo se reconoce el patrimonio que tiene un fuerte impacto visual. Sin embargo, desde nuestro punto de vista el patrimonio puede ser dividido en tangible e intangible. Obviamente el acercamiento a estos dos aspectos depende de la orientación teórica y metodológica que se le dé. Por otra parte, no es claro donde están los límites entre la tangibilidad e intangibilidad del patrimonio. En este trabajo, nos centraremos en el estudio del patrimonio arqueológico (registro material). La arqueología es una disciplina científica cuyo objeto de investigación son los restos materiales dejados por la actividad humana. Pero, si bien el arqueólogo trabaja directamente con vestigios materiales, las interpretaciones que realiza son inmateriales y nuevamente la división entre intagibilidad y tangibilidad no es precisa. Pero como en toda ciencia, las interpretaciones tienen sus límites, y en el caso de la arqueología están mediadas por el registro arqueológico, cuya materialidad es innegable. Al respecto, se explora el patrimonio cultural y material del barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, desde el punto de vista arqueológico. La importancia del patrimonio arqueológico radica en su carácter de recurso no renovable. Al excavar en la plaza Pueyrredón y en Nazca 313, sacamos a la luz parte de ese patrimonio. Esto implica toda una responsabilidad, por parte de varios actores, debido a que los daños sufridos por el patrimonio son de carácter irreversible.