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'Aportes de Arne Naess para pensar-vivir nuestra ecoantropeidad, desde una ontologia relacional'
Alicia Irene Bugallo - Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, Academia Nacional de Ciencias, Universidad de Morón.
1º Congreso Internacional de Ciencias Humanas - Humanidades entre pasado y futuro. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2019.
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Resumen
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, junto al movimiento global por la paz mundial (una de cuyas manifestaciones fue la creación de las Naciones Unidas) y el movimiento mundial por la justicia social (con organizaciones por los derechos humanos o Amnesty Internacional), fue emergiendo un movimiento más joven de carácter ambientalista, como respuesta a la disminución acelerada de la diversidad biológica y del progresivo deterioro socioambiental. En ese contexto, y luego de treinta años de producción en semántica empírica, teoría de la acción comunicativa o epistemología, el filósofo noruego Arne Naess (1912-2009) orientó su activismo a las propuestas del Movimiento Ecología Profunda y al ejercicio de su ecosofía T. El objetivo había sido incorporar simpatizantes de diversas culturas con un modo de pensar, sentir y vivir su realidad bien distinto al de los seguidores en el llamado Primer Mundo, buscando caminos alternativos al sistema económico y científico-tecnológico hegemónico. La problemática ambiental abre a preocupaciones profundas que involucran principios como la diversidad biocultural, complejidad, igualdad y justicia social. Para Naess, la filosofía sería un instrumento idóneo para su debate, aunque habría que asumirla como sabiduría, como sofía. Así, una ecosofía es sabiduría política, prescripción, no sólo descripción científica y predicción. Se trata de conformar nuevos caminos que nos conduzcan de una situación actual de deterioro natural y cultural sin precedentes (considerada insatisfactoria), hacia una situación futura, sustentable, en la que estén garantizadas las condiciones de vida planetaria (visualizada como preferible). Naess destacaba cómo la creencia en el antropocentrismo vigente ha resultado útil en el pasado, al menos hasta cierto punto, al posibilitar el bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida de millones de seres humanos. Pero continuar desplegando ese antropocentrismo salvaje, asociado a una racionalidad instrumental y al poder económico, y a una concepción materialista mecanicista del mundo, trae aparejada una disminución en las posibilidades reales de vida gozosa para humanos y no humanos. La ecosofía T de Naess lo llevó a sostener un pensar alternativo, conformado por un estilo de estar con el mundo, en apertura a lo asombroso y la maravilla de la creación, hacia posibilidades renovadas de autorrealización y despliegue del ser ecológico. Tanto en la faz teórica como en la práctica, su idea de naturaleza resultó una ontológica gestáltica. Desde allí sostuvo una consideración ontológico-relacional superadora de las dicotomías modernas, contra la visión del ‘hombre-en-el-ambiente’, hacia una visión-de-campo-total del ‘hombre-con-el-ambiente’, al modo de un ‘ser-ahí-juntos’ siempre. Es decir, un encuadre para asumir nuestra ecoantropeidad, nuestro ser relacional complejo, ecosistémico. Desde la filosofía ambiental -o ecofilosofía- que integra hoy las llamadas ‘humanidades ambientales’ (junto al ecofeminismo, la ecología social y política, el pensamiento ecológico de-/post-colonial, las ecosofías, entre otros desarrollos) nos proponemos recordar la vigencia de los planteos naessianos, In Memoriam a 10 años de su muerte.
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