En el ámbito del diseño, como en muchos otros, las producciones están condicionadas por circunstancias contextuales-culturales, que a su vez son definidas y modificadas por dichas producciones. Un factor determinante en la morfología del diseño, es la operabilidad de la materia. La complejidad de los procesos productivos constituye una limitación al pretender materializar o concretar, el repertorio de formas existentes en el intelecto del diseñador. Esta restricción plantea un desafío a la creatividad en el proceso proyectual. En consecuencia, se espera que las instancias de generación formal y de producción tiendan a simplificarse o minimizarse. Esto convoca a realizar nuevas indagaciones y exploraciones formales, que ofrezcan nuevas posibilidades, facilitando su construcción. Existen superficies, llamadas desarrollables, que tienen un único plano tangente a lo largo de cada generatriz, lo que posibilita su despliegue sobre un plano, y por ende su construcción a partir de una figura laminar. Las más pregnantes, considerablemente presentes en los objetos que nos rodean, son las superficies poliédricas y radiadas. Nuestra búsqueda consiste en superar esas instancias, conformando superficies desarrollables generadas por el movimiento de planos específicos a lo largo de cualquier curva. Dichas generaciones, son enunciadas en la bibliografía consultada, y engendran formas de cierta complejidad geométrica-constructiva, cuyo análisis requiere ser profundizado. El dominio preciso, tanto de la generación, como de la construcción de los desarrollos de estas nuevas superficies, implicaría manejar infinitas posibilidades morfológicas, de manufactura sencilla. Para poder alcanzar el control de las formas y analizar su componente geométrico, es necesario tener internalizada una gráfica precisa que dialoga constante y biunívocamente con la conformación tridimensional, actuando como medio de conocimiento y comunicación, y no como mero instrumento. La misma proporciona herramientas operativas y conceptuales que permiten la resolución de situaciones complejas. A lo largo del proceso, la gráfica, como parte esencial e inseparable del pensamiento geométrico, ordena y manifiesta las representaciones mentales del diseñador. El dibujo, no se concibe simplemente como una traducción gráfica de lo pensado, sino como acto del pensamiento mismo, que se emplea como dispositivo de exploración, reflexión y análisis. La interacción ineludible entre el acto de dibujar y el pensamiento geométrico que lo sustenta, hace posible que las imágenes nos hagan partícipes de todo su significado.