Hace años quienes trabajamos en el campo de la antropología y la educación advertimos la centralidad que en los discursos educativos adquiere la retórica del “respeto a la diversidad”, la interculturalidad y la apertura de la escuela a los múltiples espacios sociales que transitan los niños. Con esta retórica en mente algunos nos hemos desplazado de la escuela hacia las familias y organizaciones sociales, en mi caso, buscando caracterizar las experiencias formativas de niños migrantes bolivianos e hijos de migrantes en contextos familiares y comunitarios de un barrio de la localidad de Escobar. Luego de este tránsito algunas ausencias en el espacio escolar de la misma localidad resultan particularmente llamativas: omisiones en la historia escolar oficial, en la simbología, en la elección de hechos relevantes que en carteleras y efemérides la escuela evoca y festeja. Bolivia y los atributos asociados a “lo boliviano” aparecen en el relato de los maestros, en los cuadernos de clase y registros de aula, en charlas con los niños. Pero todo esto permanece en un ámbito de circulación restringida, fuera de la historia y los estilos públicos conque la escuela se muestra. En este trabajo ahondamos por ello en el significado de esta ausencia de imágenes y de palabras como una forma de marcar y vivir la extranjería en un barrio cruzado por un fuerte proceso de afirmación identitaria en clave nacional.