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Al borde del desbarranco. La clase media baja como emergente identitario en el contexto de crisis de reproducción social en la Argentina
José Javier Rodríguez de la Fuente, Gonzalo Assusa y Héctor Mansilla.
En Argentina en disputa: clases, actores y políticas frente a la desigualdad social. Los Polvorines (Argentina): Universidad Nacional de General Sarmiento.

Resumen
Comúnmente, suele plantearse que Argentina es un país de clase media. Esta es una idea instalada tanto en el imaginario nacional (Adamovsky, 2012), encarnada en una imagen amalgamada entre los valores de la patria y los imaginarios de la estructura social, como una tendencia aceptada (por momentos, acríticamente) en el ámbito académico (Grimson, 2015). Pero luego de la denominada doble crisis (Benza, Dalle, y Maceira, 2022), producto del retorno de la presión de la deuda externa y de los efectos socioeconómicos de la pandemia, y de prácticamente una década de inestabilidad económica, estancamiento productivo y aceleración inflacionaria, ¿podemos comenzar a imaginarnos como un país de “clase media baja”?Diversos relevamientos por encuesta (Latinobarómetro, World Values Survey, o encuestas nacionales) muestran que, desde la década de 2010, en Argentina, la proporción de población identificada con la clase media fue descendiendo, mientras que la llamada “clase media-baja” adquiría progresivamente mayor peso el posicionamiento subjetivo. Entendemos que este cambio funciona como un indicador significativo de la percepción de la tendencia al estancamiento económico y posterior deterioro en las condiciones de vida que ha tenido la población en la última década.Como mostramos en trabajos previos, es factible hablar de un grado razonable de correspondencia objetiva entre la posición de clase social y su identificación subjetiva –en coincidencia con las investigaciones de Jorrat (2008) y Elbert (2020)–, aunque esta afinidad se ve condicionada por las coyunturas políticas, la estabilidad de los marcos estructurales, y la cristalización y visibilidad del sistema de estratificación social (Germani, 2010; Assusa y Rodríguez de la Fuente, 2024). Hablamos de una relativa correspondencia entre posición objetiva y subjetiva de clase porque observamos un claro incremento de probabilidades de identificarse con la clase media entre personas (objetivamente) posicionadas en los sectores medios y altos, con los niveles educativos superiores y con ingresos económicos de los deciles superiores. A este repertorio identitario se suman, además de las posiciones estratificadas y las características sociodemográficas, una serie de condiciones asociadas a clases sociales por mediación de imágenes culturales que constituyen una representación típico-ideal de la clase media (así como también de sus alteridades de clase): el acceso a derechos por medio del empleo registrado, las ocupaciones intelectuales o no-manuales, y determinadas identidades político-partidarias (fundamentalmente las opositoras al arco populista-progresista-de izquierda). Esta serie de factores, en conjunto, se han visto sometidos al cimbronazo de crisis de reproducción social a la que asistimos. Con este concepto hacemos referencia a una ruptura de la dinámica y el funcionamiento de los instrumentos de reproducción (Gutiérrez, Mansilla, y Assusa, 2021) a partir de los cuales las personas de toda la estructura social invierten y valorizan sus recursos, produciendo y reproduciendo sus posiciones en el espacio social (Bourdieu, 2011), fundamentalmente el sistema escolar y el mercado de trabajo (Beaud y Pialoux, 2015; Mauger, 2013), pero también el mercado crediticio, el mercado habitacional, el mercado matrimonial, entre otros (Bourdieu, 2001). Esto no significa que dicha ruptura afecta por igual y con equivalentes consecuencias a todos los grupos, pero sí modifica el paisaje social en su totalidad. Al hacerlo, la retraducción simbólica de la desigualdad estructural en representaciones, fronteras morales y formas de distinción cultural sufre transformaciones que, lejos de ser mecánicas, entran ellas mismas, con una temporalidad propia, en un período de crisis. En estos contextos de inestabilidad, las categorías tradicionales con las que se han construido las identidades de clase se ven sometidas más intensamente a modulaciones, fragmentaciones, contextos de significación y adjetivaciones diversas: clase media “alta”, “baja”, “bajada”, “empobrecida”, clase “más o menos”. De esta forma, los posicionamientos subjetivos de clase, en su doble carácter de categorías y sentidos subjetivos o significaciones, pueden ser pensados en términos de estrategias simbólicas (entre las cuales, las estrategias de distinción y las fronteras simbólicas de clase son fundamentales): como conjunto (o sistema) de prácticas de legitimación y justificación (pero también de impugnación) de las posiciones ocupadas, las desigualdades existentes y la distribución de recursos vigentes¿Qué sucede con las identidades de clase social en el contexto de profunda crisis de reproducción que atraviesa Argentina? ¿Qué hacen las personas para adaptar sus definiciones identitarias en la estructura social a procesos de profunda inestabilidad económica y transformaciones aceleradas? ¿Modifican de cuajo sus creencias o percepciones sobre su ubicación (y la de otros) en la estructura social? ¿O las adjetivan para sostenerse, al menos en alguna dimensión, en una categoría de clase en la que históricamente se han ubicado? ¿Sigue funcionando el repertorio de imágenes de clase en el actual contexto de crisis? ¿Aparecen nuevos componentes en la representación simbólica de las clases, como el endeudamiento o los nuevos emergentes en el mundo político-partidario?En el marco de vacancias vigentes en este campo de estudios, en el presente capítulo exploramos la formación de sistemas articulados de percepción, evaluación y preferencias en torno a las desigualdades, en los que los posicionamientos subjetivos de clase no se explican solamente en referencia a posicionamientos objetivos en la estructura social (más o menos complejos, incluyendo la clase social objetiva y una multiplicidad de factores más), sino también en referencia a una forma de pensar, percibir e imaginar la estructura social toda, sus narrativas y sus dinámicas (en crisis).
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