La música y la danza son un vehículo expresivo para la experiencia de vida de individuos y grupos sociales, reflejan en sus temáticas y vestuarios su percepción de aquello que los rodea; pero responden también a las lógicas económicas imperantes a nivel mundial que ordenan la vida y sus espacios públicos y privados. En el presente texto mostraremos que las músicas y las danzas se modifican, y se resignifican dando la apariencia de una modernización” o “degradación” a ojos superficiales; veremos cómo la fuerte presencia mediática influye en la apropiación de expresiones exógenas en diversas regiones culturales de México, conformando nuevas propuestas. Así, observaremos a las industrias culturales influenciar continuamente a las tradiciones culturales, y éstas, a su vez, apropiarse de tales discursos hechos en el escritorio para retomar, y a veces fortalecer ciertos modelos propios dando pie a una visión más compleja que la sola imposición dominante ante un público pasivo.