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La estatua de Colón
CAPANO Mónica - AFSCA.
VII Jornadas Santiago Wallace de Investigación en Antropología Social. Sección de Antropología Social. Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires, 2013.
Resumen
Una estatua, donada cuando la Nación Argentina celebraba el centenario de la Revolución de Mayo, emplazada tiempo después por los avatares de la Primera Guerra Mundial, se carga, cien años después, de nuevos significados en tanto arena de disputa ideológico-política. Nos referimos a la estatua de Colón, emplazada en la plaza homónima, a unos metros de distancia de la Casa Rosada. El anuncio de un posible traslado y un potencial reemplazo por la estatua de Juana Azurduy está provocando, en la ciudad de Buenos Aires, airadas protestas, presentaciones judiciales, denuncias cruzadas revelando una trama de negociaciones y conflictos entre agentes con visiones contrapuestas del patrimonio. Por un lado, quienes defienden un status quo que instituye al monumento conmemorativo de una vez y para siempre, ocultando, bajo una supuesta universalidad, la defensa del imaginario de una elite y, por otro, quienes intentan dar cuenta de que el “panteón de los héroes” no puede ser legitimado de una vez y para siempre, cristalizado por fuera del devenir de otros sectores sociales –“los subalternos” de Spivak- constitutivos de esa diversidad cultural que damos en llamar la Nación Argentina. Detrás de la controvertida figura de Colón, se revelan proyectos políticos contrapuestos, el que mira –como la estatua- allende los mares a la vieja Europa aferrado al Centenario, y el que ha decidido emprender la aventura doméstica de la Patria Grande a partir de los Bicentenarios latinoamericanos. La arena patrimonial se plasma como un escenario de conflictos que dan cuenta de las nuevas dinámicas propias de procesos culturales, imbricados en un contexto donde la batalla por el sentido cobra cuerpo.