En un estudio clásico, Joseph Levine argumentó que el eje articulador de la Batalla de los Libros —el episodio inglés de la Querella entre los Antiguos y los Modernos— era la disputa entre wits y scholars acerca de los usos del pasado y los modos de aprehenderlo. Los primeros reivindicaban la retórica, las bellas letras, la historia como magistra vitae y un tipo de polite learning, generalista y beneficioso para la conversación. En cambio, los scholars modernos se esforzaban por estudiar el pasado en sus propios términos a través de la crítica filológica y la colección de textos, evidencias, artefactos y curiosidades. Esta clasificación es muy apropiada para describir a los principales contendientes de la Batalla: wits como William Temple, Jonathan Swift o Alexander Pope, y scholars como William Wotton o Richard Bentley. Sin embargo, al ampliar la mirada más allá del episodio recreado célebremente por Swift en The Battle of the Books, se hace evidente que el campo moderno distaba de ser homogéneo. Esta ponencia se propone explorar esta diversidad a partir de la contraposición de dos figuras contemporáneas: el médico y poeta Richard Blackmore y el médico, anticuario y luego clérigo William Stukeley. En particular, hará énfasis en sus distintas valoraciones acerca del saber de los antiguos y en sus ideas acerca de la especificidad de la modernidad inglesa.

Durante la década de 1620 en Inglaterra, numerosos ensayos, traducciones o panfletos aludiendo a autores griegos y romanos clásicos alentaban a ingresar en una guerra en el continente. Sin embargo, hubo que esperar la asunción de Carlos I en 1625 para que esta pulsión bélica se materializará. En 1625 y en 1627 se llevaron adelante dos ataques ingleses respectivamente a Cádiz (España) y a la Isla de Ré (Francia) bajo la idea de una guerra preventiva. Thomas Hobbes se opuso tanto a estas incursiones como al abuso que se hacía de esos pensadores clásicos. De allí que fruto de estos años sea su primer trabajo intelectual de envergadura: una traducción directa desde el original griego de la llamada Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, que incluyo anotaciones y un sugerente estudio preliminar en 1630, con el cual cierra su notable período humanista. Y, si bien es conocida su obra de madurez filosófico-política por su impugnación no ya al mero abuso, sino a la mera utilización de los escritores griegos y romanos para pensar las problemáticas políticas y sociales, la presencia del griego en el británico es notable, pese a que aquél nunca sea ni siquiera mencionado por éste en esta etapa de su producción intelectual. Pero tan sólo la constatación de que las famosas tres causas de discordia del estado de naturaleza, a saber, gloria, temor y lucro son la reproducción de los motivos por los cuales los atenienses al inicio de la Guerra del Peloponeso se vieron obligados a llevar a adelante su imperio, a saber, “el honor (timé), el temor (déos) y el interés (ophelía)” (I, 76, 2) hace que el juicio de Hobbes deba ser al menos matizado. Este trabajo muestra de qué modo ciertas consideraciones teóricas que Tucídides utiliza para narrar su historia están presentes en la filosofía política de Hobbes ocupando lugares para nada menores en su constelación conceptual. El primer filósofo político moderno dará un novedoso ropaje metafísico a las consideraciones del historiador griego. Así, este vínculo no sólo impulsa a repensar dónde ubicar las rupturas y continuidades entre el mundo clásico y el moderno, sino también a la posibilidad de postular ciertas categorías para pensar lo político que exceden los estadios históricos.

El principio de la soberanía nacional, tal y como fue adoptado por los diputados del Tercer Estado el 17 de junio de 1789 y luego consagrado en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y en la Constitución de 1791, ha sido convencionalmente interpretado como un axioma político que buscaba desplazar al monarca del gobierno y reducir su rol exclusivamente a una función administrativa. En efecto, una fórmula recurrente para calificar el nuevo orden fundado por la Asamblea constituyente refiere a éste con el apelativo “monarquía republicana”, el cual pretende subrayar en dos palabras que el rey no es más que un “presidente hereditario” subordinado a la autoridad del Cuerpo legislativo. Esta lectura ha sido sustentada en el hecho de que el monarca fue excluido del ejercicio del poder constituyente, dotado de un derecho de veto de carácter suspensivo y privado de cualquier iniciativa legislativa, mientras que el artículo constitucional estableciendo que “la persona del rey es inviolable y sagrada” ha sido considerado simplemente como una deferencia de los diputados hacia Luis XVI. La propuesta de esta ponencia consiste en reexaminar la Constitución de 1791 y el principio de la soberanía nacional, no desde una perspectiva teleológica que considera a la República ya presente en 1789, sino más bien de acuerdo al horizonte de sentido de la época, el cual se encontraba constituido tanto por el pensamiento político y jurídico que dominó las últimas décadas del siglo XVIII, así como también por las doctrinas teológico-políticas sobre las que la monarquía había erigido su propia legitimidad a lo largo de los siglos. En el caso de estas últimas, el análisis desplazará el foco de la doctrina de la monarquía de derecho divino, contra la que habría sido supuestamente erigido el principio de la soberanía nacional, hacia la doctrina de los dos cuerpos del rey, descalificada en algunos estudios como un “error colectivo”.

En esta presentación me referiré al uso del hebraísmo político en el mundo hispánico como parte constitutiva de una modernidad atlántica. Por hebraísmo político entiendo un lenguaje teológico-político que, basado en los usos de las Escrituras judías, revela diferentes concepciones de la república entendida como comunidad política. Desde el siglo XV los usos de la Biblia hebrea en el mundo ibérico católico manifiestan modos de articulación religiosa de lo político y se refieren a la república como cuerpo político o místico. Esta legitimación se desarrolló en paralelo a la utilización del judío como contra-concepto de la unidad de la monarquía hispánica y metáfora negativa del otro: el enemigo-extranjero del cuerpo político durante la monarquía, y durante las revoluciones e independencias en Hispanoamérica a principios del siglo XIX. A partir de la reconstrucción diacrónica de los usos políticos de la Biblia hebra en el mundo hispánico entre el siglo XV y principios del XIX, indago sobre las formas de circulación e interpretación de referencias a los judíos como sujeto político de los Antiguos en distintos momentos de crisis en la monarquía a ambos lados del Atlántico.

El año 1463 representó el natalicio de uno de los más prominentes pensadores del humanismo renacentista Italiano, Giovanni Pico della Mirandola. Nacido en el seno de una familia noble, duques de Mirandola en la actual provincia de Modena, desde una edad muy temprana estudió griego y latín. A la edad de catorce años estudió derecho canónico en la universidad de Bologna. No obstante, a la muerte de su madre, Pico comenzó a coquetear con las variantes que tenía a su alcance: estudió filosofía en la universidad de Padua, aprendió hebreo con Elia del Medigo (filosofo averroísta) y formó parte del círculo platónico de Marsilio Ficino en Florencia (convirtiéndose en un miembro prominente). Ya con 26 años de edad el joven humanista escribió su obra más conocida, la Oratio de hominis dignitate (Discurso sobre la dignidad del hombre). La intención original de este escrito fue la defensa de sus 900 tesis frente al tribunal papal de Inocencio VIII. El debate nunca se concretó porque el papa decidió suspenderlo. La Oratio presenta un novedoso planteo: todos los saberes, antiguos y presentes, contienen un elemento de verdad universal que permite elevar la condición humana gracias al intelecto. Este rasgo es lo que le permite al hombre diferenciarse de las demás criaturas y por tanto decidir sobre su destino. Más allá de las influencias pedagógicas de Pico, este razonamiento representa un quiebre dentro del humanismo. El hombre, para Pico, siempre es portador de un espíritu universal y cultivable. Esto implica una concepción de la historia del conocimiento en clave acumulativa: estudiar a los Antiguos supone resignificar el presente, porque si bien los Modernos poseen un mayor conocimiento, también se valora a los Antiguos como portadores de un mismo saber universal que comparten con éstos. En esta ponencia discutiremos los pasajes de la Oratio que proponen esta concepción universal del saber y reincorporan el aspecto religioso-espiritual como factor fundamental de la gnosis cognoscitiva del hombre, en el sentido de un develamiento gradual de los misterios de la naturaleza, el mundo terrenal y el cosmos

La presente comunicación se dirige a examinar desde lo filosófico la relación entre los conceptos de soberanía, jus belli y “guerra privada” a partir de la distinción de dos momentos analíticos. El primero de ellos se centra en la evolución de los conceptos filosóficos que hicieron posible la aparición del Estado soberano moderno; el segundo, en el proceso de crisis que dichos conceptos parecen sufrir en la actualidad. En ambos casos, la guerra privada está en el centro de la cuestión. Más precisamente, sostendremos la tesis de que la guerra privada está en el origen de la magnitud estatal y de los signos actuales de su declinación. Si el Estado moderno representó en esencia lo que llamaremos una “personificación del jus belli”, el reverso de esta tesis deviene un paso obligado en una reflexión que no sabría ceñirse al solo interés histórico dentro de su campo disciplinario.

Las décadas de 1640 y 1650 pusieron a prueba la capacidad de conservación y preservación de la Monarquía; diferentes propuestas y respuestas son aportadas por numerosos tratadistas, memorialistas, juristas y cronistas, cuyas temáticas involucran desde el gobierno justo, benigno, sin cargas fiscales, hasta aquellas, referidas a las virtudes del príncipe. El proceso de construcción y representación de la imagen del monarca a finales del siglo XVII, recorre distintos caminos y lenguajes: rey escondido o rey inventado -entre otras-, donde la transformación del discurso -incluso desde lo iconográfico- se convierten en tácticas para aparentar una “falsa normalidad”. Los imaginarios políticos convergen en un conjunto de formas rituales, productos de un juego de estrategias deliberadas, visuales / simbólicas, y la manipulación de los componentes retóricos, entendido este último, como un simple truco para ocultar la realidad y el mensaje del nuevo heredero. En tiempos de Carlos II, la cristalización de un nuevo lenguaje político es puesto de manifiesto e interrelaciona: prácticas políticas, “campañas de opinión”, circulación de información y modos de representación mental. Las formas expresadas por diversos letrados y juristas de la época, no hacen más que reconstruir una imagen simbólica a partir de una retórica discursiva de simulación, apariencia, engaño, desengaño y persuasión. Percibir las mismas, es entender no sólo las formas del poder real, sino también, observar la inestabilidad político - institucional de la época; proponemos -como ha señalado Francesco Benigno-, mirar con atención las palabras y los tejidos culturales que lo desarrollaban y las formas de aplicabilidad de los recursos epistemológicos; hablamos del uso y la recepción de esos instrumentos en el amplio contexto sociocultural en el que se utilizaron. En el camino de las diferentes líneas de investigación recientes, centran su atención en las últimas décadas de aquel tiempo, en especial sobre la concepción del poder real, que generó y despertó -desde la tratadística política- una serie de manifestaciones -en los actores de la época estudiada- en torno a la capacidad del monarca, la cual fue observada con preocupación. La política se concibe como el vínculo para la conservación del modelo político y la necesidad del robustecimiento del poder; evitar una fragmentación interna entre el príncipe o si se quiere entre la Monarquía y los súbditos, parece una tarea donde la formación de la opinión pública se halla estrechamente vinculada a la gestión de la estrategia política, el pueblo opinante pasa a ser factor y no receptor de la política; el cambio de escenario, propone comprenderla como un instrumento eficaz en el diseño de la llamada “nueva política”, su aplicabilidad cobra importancia a partir de la fuerza con que los sentidos proyectan procesos de representación y legitimación, para en definitiva comprender, como la performatividad fue utilizada de diferentes maneras.

Los tratados de 1713-1715, conocidos como Paz de Utrecht, constituyeron las bases para lograr un equilibrio europeo. No solo introdujeron cambios territoriales a nivel global sino que inauguraron un nuevo sistema político y fijaron el derecho que dio seguridad a los poderes participantes. Pero el resultado de estas largas tratativas fue una paz en la que resultaba evidente que los ganadores no habían compartido equitativamente los beneficios. Por esta razón, las aspiraciones pacifistas se veían obligadas a coexistir con aspiraciones revisionistas como es el caso de las promovidas por Giulio Alberoni. La campaña publicística de la corona española para lograr la neutralidad es una muestra de cómo se integró la controversia política pública dentro de los procesos políticos de la época.

Una de las principales referencias eruditas de los siglos XV y XVI dentro del contexto europeo puede citarse sin ninguna duda sobre la figura de Erasmo de Rotterdam (1466-1536). En constante contacto con las cortes, gobernantes y sabios de su época, su autoridad dejó huella en el campo de las disputas y debates religiosos. Defensor acérrimo en torno a la vuelta hacia un cristianismo de corte primitivo, criticó en numerosas obras a su nombre el accionar de la Iglesia de su tiempo en torno a los valores, necesidades y preocupaciones de aquella institución. Entre 1513 y 1514, circula una obra llamada "Julio II excluido del Reino de los Cielos" (Julius exclusus e coelis). A través de la utilización magistral del recurso del diálogo para exponer una crítica certera (utilizada en obras como los Coloquios), Erasmo encarnará en la fallecida figura del papa Julio II la gran mayoría de los excesos del papado sobre la práctica y la doctrina cristiana. Teniendo en cuenta que generalmente se considera la mesura del roterdamense en asuntos estrictamente gubernamentales y religiosos, esta es una ocasión en la cual manifiesta una dura crítica sobre las prácticas del papado sobre la institución eclesiástica. Es válido recordar en este punto que en su famoso Elogio de la Locura (1511), había lanzado en forma satírica varias de estas cuestiones. Por lo tanto, el objetivo central de la presente ponencia será analizar los argumentos de la obra anteriormente mencionada para ver en las mismas los elementos que, según Erasmo, alejan al cristianismo encarnado por los papas del verdadero y más puro, vinculado al cristianismo primitivo. Si bien nos concentraremos en los diálogos desarrollados en el Julius, prestaremos atención sobre el Elogio de la Locura y algunos pasajes de su epistolario personal.

El trabajo se centra en los textos de una serie de grupos políticos ligados al puritanismo durante la Revolución Inglesa del siglo XVII. Se enfocará particularmente en los movimientos denominados como levellers y diggers, junto a otros textos pertenecientes a grupos relacionados a ellos. Se analizará cómo los miembros de estos grupos utilizaron las fuentes de la Antigüedad clásica para justificar la rebelión contra la monarquía Estuardo, resultando en la proposición de un régimen político considerado como el único racional y justo. Para ello se examinará especialmente cómo utilizaban dos tipos de fuentes: por un lado la Biblia y por otro una serie de citas ligadas al republicanismo romano. El artículo se centrará en indagar cómo a través de la utilización de estas fuentes pergeñaron una nueva forma de comprender las relaciones entre pasado, presente y futuro, abriendo paso a concepciones que comienzan a asimilarse a teorías políticas modernas. Entre dichas concepciones se estudiará específicamente la figuración de un pasado opresor que da lugar a un proceso de liberación, la justificación de la rebelión como mandato divino, la recreación de nuevas interpretaciones del derecho natural en el campo de la política revolucionaria y la proyección de un régimen institucional que vendría a superar para siempre la conflictividad sociocultural. Considerando estas temáticas, el trabajo apunta no solamente a brindar aportes sobre estos grupos en el marco de la historia de las ideas o la historia conceptual, sino también indagar los posibles orígenes de esquemas teórico-prácticos que siguen teniendo vigencia hasta nuestros días.

El presente trabajo se propone indagar en el papel que la historiografía ha otorgado a las comunidades de sabios en la llamada Revolución científica (1572-1704) . Hacia mediados del siglo XVII, estas comunidades se regían por valores basados tanto en la cooperación como en la competitividad: si la producción de conocimiento implicaba cierto individualismo y una búsqueda del éxito individual, no dejaba de ser, también, una actividad que pregonaba la imparcialidad y la impersonalidad del saber, la ayuda mutua y la moderación. Más allá de estas coincidencias, S. Shapin y S. Schaffer (2005), y D. Wootton (2017) han enfatizado en distintos aspectos de este proceso.. Mientras los primeros, entendiendo a la ciencia como construcción social, entienden que el “espacio experimental” creado en la Inglaterra de mediados del siglo XVII constituye “un reflejo idealizado del modo de gobierno de la Restauración”; Wootton los tilda de relativistas, e insiste en que la verdadera transformación de la revolución científica consiste en cómo el conocimiento se obtiene, registra y evalúa, más que en lo que se sabía del mundo. En este sentido, para Wootton, resulta más importante el nuevo lenguaje de la ciencia, que no sólo precede a la “revolución de ideas”, sino que además se desarrolla con la importación de la “evidencia-indicio” proveniente del ámbito legal, En este marco, haremos un examen comparativo de ambas interpretaciones para determinar hasta qué punto resultan incompatibles.

El estudio de las controversias religiosas, científicas y literarias que caracterizaron la Modernidad temprana europea ha destacado en los últimos treinta años, por un lado, la íntima imbricación y mutuo condicionamiento de las soluciones dadas al problema de la verdad en estas diversas esferas y las respuestas prácticas ensayadas para hacer frente al problema del orden político y social. Por otro, se ha tendido a relativizar el papel de los “grandes pensadores” para enfatizar tanto las dinámicas institucionales que los atraviesan y condicionan como, en menor medida, la irrupción en los debates teórico-doctrinales de saberes y experiencias construidos por distintos agentes desde y para las prácticas: de marineros e impresores a actores y predicadores populares, entre otros. En sintonía con estos desarrollos historiográficos, se abordará la controversia ética sobre el teatro público en la España temprano-moderna para señalar cómo las diversas caracterizaciones de este objeto cultural que se suceden en esta polémica a lo largo de los siglos XVI-XVIII permiten vislumbrar, por un lado, el creciente peso de lo anecdótico dentro de los distintos arsenales argumentativos; recurso que progresivamente pierde su carácter ilustrativo de doctrinas prexistentes para expresar la necesidad de un accionar de gobierno que responda a las experiencias y necesidades de los contemporáneos. Por otro, se intentará mostrar cómo, bajo una aparente redundancia argumental, se producen significativos desplazamientos de sentido en conceptos básicos de la cultura jurisdiccional imperante. En particular, nos detendremos en la puesta en uso de nociones como buen gobierno, bien y orden público en tanto permiten rastrear el impacto de los lenguajes de la razón de estado y la resignificación del concepto de policía a la hora de pensar y accionar sobre una esfera especifica de la vida social: el mercado teatral.

La historiografía de los últimos quince años ha puesto de relieve la contribución de las teorías itálicas de la razón de estado de fines del siglo XVI y principios del XVII a la modernidad política. En este marco, Giovanni Botero con su Ragion di Stato (publicada por primera vez en 1589), habría inaugurado una tercera vía del pensamiento político moderno, al situarse entre el aristotelismo escolástico y el iusnaturalismo; o bien, entre el modelo de soberanía absoluta de Jean Bodin y la teoría de la autorización y el contrato social de Thomas Hobbes. No obstante, a partir de los trabajos seminales de Gianfranco Borrelli (1993-2006), ha habido una tendencia a sobredimensionar, apelando a una clave de lectura foucaultiana, la importancia de los dispositivos disciplinares en los modelos de razón de estado. En un intento por matizar esta perspectiva, se discutirán las posturas de Paolo Sarpi (1552-1623) y Ludovico Zuccolo (1568-1630), quienes, atendiendo a la experiencia reciente del Interdetto y la compleja realidad político-jurídica del territorio véneto, reinterpretaron la fórmula boteriana en diálogo con las nociones de bien y orden público y la búsqueda de mecanismos generadores de consenso social.

La presente ponencia se centra en las disputas por los saberes en el marco de la denominada “Revolución Científica” a partir de un caso concreto que se dio en la Inglaterra de la Restauración, la invención de la bomba de vacío. Este hecho, representó una verdadera conmoción para los saberes científicos de la época, debido a la importancia de la cosmovisión aristotélica del universo. Por ello, en una primera instancia, se repondrá cuáles fueron los principales pilares de la misma y su relación con los cambios en la política inglesa a lo largo del siglo XVII, particularmente en lo que se denominó “plenismo”. En una segunda instancia, se expondrán los principales cambios que produjo la invención de la bomba de vacío de Robert Boyle en 1661, la cual posibilitó la existencia de un espacio no ocupado por materia. Las repercusiones de ello se hicieron presentes en el ámbito científico, pero también en el político, donde la monarquía de Carlos II debió afianzarse tras su restauración. De esta manera, se podrá examinar la relación entre los saberes antiguos y los que surgieron en el siglo XVII en un contexto político particular.

La Comparazione di Giulio Cesare e di Alessandro Magno de Pier Candido Decembrio plantea un contrapunto entre las vidas de Alejandro Magno y Julio César, faltante en las Vidas Paralelas de Plutarco, a las que emula. Existen tres traducciones contemporáneas de este escrito breve, desarrolladas en la península ibérica por Martín de Ávila, Fellonet y Alfonso de Liñán, respectivamente. En el presente trabajo, nos proponemos analizar la traducción a cargo de Alfonso de Liñán, conservada en el códice Ms. 7565 de la Biblioteca Nacional de España (fols. 9 r- 16 v). El análisis de esta traducción nos permitirá indagar en la recuperación de los legados político- culturales antiguos en el marco de los diálogos y debates que rodearon el movimiento de traducciones vulgares del siglo XV entre las penínsulas ibérica e itálica.

El presente trabajo consiste en un estudio del esoterismo occidental desde la concepción materialista de la cultura. Abordamos la figura de Miguel Servet (c. 1509-1553) como estudio de caso, para dar cuenta de la relación entre esoteristas y poder político en el turbulento marco de la crisis de creencia. Analizamos algunos elementos de su obra cumbre, Christianismi Restitutio ("Restitución del cristianismo") desde la Historia Cultural. Este enfoque nos permite situar a Servet en el marco de las prácticas y representaciones del esoterismo occidental. Repasamos algunos pasajes de cuño neoplatónico y hermético, y damos cuenta de la recepción activa que Servet desarrolló de otros textos propios de la tradición esotérica. Su reapropiación de los antiguos incluyó a Platón, Jámblico, Macrobio, Filón y la figura mítica de Hermes Trimegisto; a quienes Servet presentó como autores que habrían coincidido en la postulación de un primer ser como mente que contendría las naturalezas del mundo. Posteriormente, ponemos su producción en relación con el marco cultural al cual perteneció, a partir de la cuestión del poder. Éste es el eje de nuestra ponencia. Planteamos que Christianismi Restitutio fue redactado al calor de polémicas anti-mágicas. Para el siglo XVI, el clima de relativo respeto y tolerancia cultural para con las prácticas y representaciones astrológicas y esotéricas en Europa occidental se había perdido. Luego, damos cuenta de las estrategias que desarrolló Servet para evitar impugnaciones y persecuciones. En una coyuntura fuertemente represiva, los agentes culturales que cargaban prácticas, discursos y representaciones esotéricas se vieron forzados a moverse discursivamente dentro de los marcos admitidos por los dispositivos de disciplinamiento de la alta cultura teologal imperante. Estas operaciones culturales guardaban el objetivo de evitar las impugnaciones y la represión de las polémicas anti-mágicas. Las tácticas defensivas desplegadas por Servet no se encontraron en el interior de la composición textual de su obra, motivo por el cual no habíamos logrado dilucidarlas en trabajos anteriores. Éstas descansaron, por un lado, en su intento de encontrar protección política en figuras locales y, por el otro, en sus prácticas de secreto, sigilo, y secretismo. Conociendo el final de Servet (ejecutado a manos de Calvino), sabemos que fracasó trágicamente. Palabras clave: Heterodoxias, Esoterismo, Servet.

John Dee (1527-1608/9) fue un importante filosofo del renacimiento, y a su vez uno de los principales ideólogos del Imperio Británico del periodo isabelino. Su prolífera obra presenta una gran variedad de influencias y tópicos, de tal forma que resulta una fuente privilegiada para estudiar aquello que Warburg llamó “Nachleben der Antike” (vuelta a la vida de los Antiguos). En este sentido, dentro del abanico de ideas que circulaban en el renacimiento destaca la “recuperación” y exaltación de los autores de la antigüedad clásica. Este “regreso” es considerado como una de las principales características de la cultura renacentista. Ahora bien, el caso de Dee resulta paradójico pues sus más importantes raíces intelectuales se encontraban más bien en la Inglaterra bajo medieval (sin que esto signifique una ausencia de las influencias “clásicas”). Entonces, nos proponemos estudiar las influencias intelectuales en el tardío John Dee, aquel que estaba más profundamente ligado al poder en la corte de Isabel I (Inglaterra) y de Rodolfo II (Sacro Imperio Romano) posteriormente. Para ello nos valdremos de las herramientas metodológicas de la Historia Cultural y de la renovación historiográfica del esoterismo occidental, denominada por Hanegraff como la “perspectiva post-Yates”. Finalmente, centraremos nuestro análisis en una práctica cultural en específico. Nos referimos a las conversaciones angélicas sostenidas por John Dee principalmente durante la década de 1580. Dichas prácticas quedaron registradas, por el propio Dee, en un manuscrito (“John Dee's conferences with angels”, Londres: British Library MS Sloane 3188) al que tomaremos por fuente principal. Las conferencias con los espíritus de Dee muestran las influencias esotéricas y filosóficas del británico, así como de sus postulados políticos (representados simbólica y crípticamente en esta práctica cultural).

El Asinus es uno de los últimos diálogos escritos por Giovanni Pontano (1426-1503), el humanista más importante de la segunda mitad del siglo XV en el reino de Nápoles. Aunque fue publicado póstumamente en 1507, el texto relata un episodio supuestamente acontecido poco después de 1486, luego de que Ferrante I (1423-1494), rey de Nápoles, firmara la paz con el papa Inocencio VIII con la colaboración de Pontano como embajador. De acuerdo con lo narrado en el diálogo (cuya estructura dramática lo diferencia de los exponentes más conocidos del género en el Quattrocento), el rey Ferrante y su corte no se habrían manifestado lo suficientemente agradecidos por las tareas de Pontano, lo que provocó que perdiera la cordura y causara la preocupación de sus amigos. Esta locura se manifiesta, en el texto, mediante la adoración de un asno, al que Pontano le atribuye dones humanos. La stultitia del personaje de Pontano denuncia de esta manera cómo se conducen los hombres desagradecidos, que llenan de dignidades a quienes no han hecho nada para merecerlas. La propuesta de este trabajo es doble. Por un lado, buscaremos analizar la estructura del Asinus y su distancia respecto de los modelos dialógicos platónicos y ciceronianos que imperaron a partir de la recuperación de este género textual por parte de Leonardo Bruni a principios del Quattrocento. Por otro lado, nos proponemos investigar la forma en la que el diálogo se propone como una respuesta tanto a un contexto político determinado (la rebelión de los barones napolitanos y los conflictos entre Nápoles y el Vaticano) como a una problemática de orden más general: el rol de los humanistas en la corte de Ferrante y sus diferencias con el que imperaba durante el reinado de su padre Alfonso “el magnánimo”. Para pensar esta cuestión tomaremos también en cuenta los debates suscitados por la interpretación del De falsa credita et ementita Constantini donatione declamatio de Lorenzo Valla en el contexto de las tensiones entre el papado y los reyes aragoneses de Nápoles, y las reflexiones que aparecen en el Aegidius de Pontano sobre la invasión francesa a Nápoles llevada a cabo por Carlos VIII de Francia.