El objetivo de esta ponencia consiste en presentar un abordaje exploratorio de una forma específica del Vidding, realizado por fans de objetos de la cultura de masas japonesa: la producción de Anime Music Videos (AMV). Ambas prácticas socioculturales y creativas se basan en selecciones y combinaciones de diferentes canciones con escenas de contenidos mediáticos, desde series y películas occidentales hasta animaciones niponas. No obstante, los AMV presentan particularidades que, en principio, responden a las características distintivas de los productos en los que se basan: en efecto, dentro de la oferta hegemonizada por los Estados Unidos, los animés se presentan como una opción “alternativa”, tanto en un nivel narrativo como en un nivel estético (Napier, 2001). Por lo tanto, aquí se propone reconstruir las propias lógicas y los criterios valorativos que atraviesan la producción de AMV mediante una sistematización, descripción e interpretación de las regularidades combinatorias que rigen su creación. Para ello, se conformará un corpus analítico a partir de variables cuantitativas que determinan la “popularidad” y la representatividad de los contenidos en Internet (Burgess y Green, 2009), como por ejemplo el número de visualizaciones en YouTube y el número tanto de comentarios como de reacciones en grupos de Facebook, plataformas digitales a través de las cuales los fans argentinos del animé –también conocidos como “otakus”– comparten y ponen a circular dichas obras audiovisuales. Así, luego de tipificar los AMV más populares, se reflexionará sobre las implicaciones que los criterios valorativos que los atraviesan tienen en la configuración de una comunidad de fans del animé o fandom otaku. Las apreciaciones estéticas que estos fans hacen respecto de las canciones y las escenas combinadas, así como respecto de la edición de los videos, permiten ilustrar la persistencia de lógicas de distinción, en un colectivo fan y un ciberespacio que usualmente son caracterizados como lugares “horizontales” y “descentralizados” propicios para el desarrollo de una “cultura participativa” basada en la colaboración (Jenkins, Ito y boyd, 2016).