Pensar en estrategias para desarrollar nuestra potencialidad como personas implica reconocernos como seres sociales atravesados por una cultura, enmarcado en un estado de derecho que nos brinda un contexto para dicho desarrollo. Pero ¿Qué sucede cuando estos derechos se vulneran? ¿Cómo reconocer las diferentes condiciones que nos oprimen? ¿Cómo transformar nuestra realidad? Agudizar la mirada para reconocer nuestro entorno y poder leernos dentro de él nos permitirá bucear en aquellos valores y creencias que nos identifican. La identidad es un fenómeno subjetivo que se construye en interacción con otros. Es importante a la hora de reconocer nuestra identidad, el análisis del lugar que habitamos y de quienes nos rodean. Una vía para lograrlo es insertar el desarrollo artístico y cultural partiendo de la propia comunidad. El arte cumple las funciones de comunicar, educar y formar valores, donde el hombre puede adquirir visiones, concepciones y conocimientos relacionados con su arraigo cultural y su identidad. Este es un camino para pensar y transformar aquellos aspectos de nuestro presente, permitiendo de esta manera hacer oír las voces de los jóvenes a través de producciones artísticas resultantes de un proceso de investigación que los dote de herramientas para reflejar su comunidad, teniendo en cuenta en estas producciones un valor estético y de diseño. Toda producción de este espacio se pone en juego no solo en el propio entorno sino que atraviesa las barreras simbólicas del arte de elite y es la voz viva de aquellos que reclaman su inclusión desde la acción. Comenzando para ello un viaje itinerante donde son los jóvenes productores protagonistas en eventos de intercambio socio-cultural-artístico donde dan a conocer sus propias voces.