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Análisis según radios censales
Guillermo Velazquez, Celemin, Juan Pablo, Linares, Santiago, Adela Tisnés, Fernando Manzano, Claudia Mikkelsen y Maria Lorena La Macchia.
En Configuración y reconfiguración socioterritorial de la Argentina en tiempos del bicentenario,. Tandil (Argentina): Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
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Resumen
El interés por la calidad de vida (CdV) no es novedoso (Lucero et al., 2007).Desde Aristóteles y Marx hasta los filósofos contemporáneos, se ha reflexionado y debatido sobre temas ligados a la felicidad, el placer, la salud. No obstante,su uso y sistematización científico-metodológica es reciente.Espinosa Henao (2000, p. 2) afirma que, de manera embrionaria, la economíaclásica del siglo xix había dedicado algunas líneas al ambivalente asunto de lafelicidad como expresión de la posibilidad de consumir y de contar con comodidades algo suntuarias. Esto llegó a permear, en términos generales, la esencia de laeconomía de bienestar. Ahora bien, el boceto y los incipientes elementos de lo quese entiende hoy por calidad de vida son oriundos de la modernidad burguesa ensu apogeo, de carácter liberal, y se circunscriben a entornos típicamente urbanos.La noción de CdV comenzó a incluirse en el lenguaje con los ideales del Estadode bienestar, luego de la Segunda Guerra Mundial, en un contexto donde primaba la reorganización y la restauración del orden internacional. Dicho modeloestatal fomentaba el aumento del consumo de bienes y servicios con una aplicación intensa de políticas keynesianas orientadas a tal fin. La justificación de suimplementación era que, con el aumento de la demanda de bienes, se ampliaríanlas fuentes de trabajo o se generarían nuevas, garantizando la plena ocupación yun mayor consumo para arribar a un nivel de vida más alto.Pero, a mediados de la década de los sesenta del siglo xx, el esquema comenzó amanifestar su inviabilidad. En efecto, había resultado alienante para el ser humano y, a su vez, había acarreado graves deterioros ambientales (Vigil, 1994, p. 74).Así es como, ante las consecuencias de la industrialización, surgió la necesidadde medir esa realidad a través de datos objetivos. Se inició, entonces, el estudiopormenorizado de la construcción de indicadores sociales y su difusión tanto enel ambiente público como en el académico. La inclusión del término en la primera revista monográfica de EE.UU., Social Indicators Research, en 1974 y en SocialAbstracts, en 1979, contribuyó a su difusión teórica y metodológica.Según manifiesta Chacón (1998, p. 2), entre finales de los setenta y mitad de losochenta del siglo xx, los estudios sobre CdV pasaron por una etapa de desilusióny decepción. En esta línea, Leva (2005) advierte que el desarrollo y perfeccionamiento de los indicadores objetivos provocaron el proceso de diferenciaciónentre éstos y la calidad de vida. La expresión comienza a definirse, por consiguiente, como un concepto integrador (multidimensional), que hace referenciatanto a las condiciones objetivas como a los componentes subjetivos.Ahora bien, el problema más importante en la actualidad, sostiene Chacón(1998), es la necesidad de profundizar los estudios en torno a una aproximaciónteórico-metodológica capaz de combinar condiciones y estilos de vida, y sistemasde valores de forma objetiva y perceptiva. En ella deberían considerarse los procesos de autoevaluación o, mejor, de autodefinición del bienestar.
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