El trabajo demuestra cómo, a pesar de que existe una "conflictividad de baja intensidad" en el sistema escolar, los niveles pronunciados de victimización se dan en grupos acotados de escuelas, favorecidos por ciertos factores, como la integración social. Se elaboró una medición del "clima social escolar" y se identifican variables que reducen o favorecen la incidencia de hechos violentos. Las situaciones que consideramos "problemas sociales" se construyen: el sentido común, los medios, el Estado y las ciencias sociales van delineando sus fronteras, identificando a sus responsables y proponiendo cursos de acción. Se basa en una compilación de artículos que echan mano del análisis estadístico, la etnografía y la historia para desnaturalizar los presupuestos más frecuentes a la hora de señalar y describir la conflictividad escolar. Esta "perspectiva compleja" permite mostrar cómo la escuela argentina no es tan caótica como se la suele concebir, identificar las condiciones que favorecen los conflictos en algunas de ellas, separar pobreza y violencia como fenómenos indisolublemente unidos y distinguir lo nuevo de lo diferente.