Este capítulo forma parte de un debate con Julio Boltvinik y otros colegas con los que se discutió si acaso la supervivencia del campesinado es una necesidad estructural para el capitalismo. El argumento que se sostiene en este capítulo, es que la explotación del campesino ocurre en el mercado de productos, ya que el precio que el campesino obtiene como pequeño vendedor estará determinado por los grandes jugadores en el mercado. El campesino es el productor marginal que cultiva la tierra con renta nula y, por lo tanto, capaz de sobrevivir con precios bajos. Por la colaboración al seno de las familias campesinas, el propietario-cultivador no carga la renta diferencial sino que la diluye entre los integrantes de la familia, al mismo tiempo que aprovecha los beneficios de su propia agricultura reduciendo su dependencia respecto al mercado de alimentos, lo que le permite absorber el shock del bajo precio que obtiene por sus productos.