En su texto Elogio del amor el filósofo Alan Badiou propone que “El drama amoroso es la más neta experiencia del conflicto entre la identidad y la diferencia”. Él aborda esta idea tomando como eje la tendencia del amor hacia lo Uno y cómo éste se encuentra con lo imposible de la no relación sexual. Es decir que si el amor persigue reducir lo Otro a lo Uno, en este intento el sujeto halla la radicalidad del Otro haciendo del amor una experiencia del Dos. Ahora bien, creo que hay otro modo de abordar esa tensión entre identidad y diferencia en el campo amoroso, no tomando como eje la diferencia con el partenaire sino el lugar de síntoma que Lacan da a una mujer para un hombre. Es por ocupar este lugar que una mujer puede volverse la encarnadura de algo íntimo pero exterior del sujeto que cuando se revela salvajemente deja al amante inerme frente a ese afecto que no engaña: la angustia.