Si bien la perspectiva de género favoreció la visibilización de una serie de problemas estructurales, sus intentos de intervenir sobre ellos marcan una distancia y guarda relaciones de clara contradicción con los ideales de justicia de género que se persiguen. Siguiendo esta línea, en el presente escrito sostendremos como tesis que la “sensación de posibilidad” que aviva la perspectiva de género, en reiteradas ocasiones funciona a modo de lo que Lauren Berlant (2020) denomina “optimismo cruel”, en la medida en que el apego afectivo a sus promesas inhabilita la revisión crítica de los sentidos que la misma instaura y, por ende, imposibilita las transformaciones positivas que se persiguen.