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Expresión musical en la voz cantada y hablada en interacciones adulto-infante
Favio Shifres.
Objetividad-Subjetividad y Música. Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 2008.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/puga/bkq
Resumen
Cuando una madre o un padre interactúan con su bebé sus recursos comunicacionales son fundamentalmente diferentes de los que utilizan al comunicarse con otros adultos o niños de otras edades. Estos modos forman parte del conjunto de conductas por las cuales los adultos cuidamos, alimentamos, favorecemos el intercambio con el ambiente y enseñamos los rasgos de nuestra cultura a los bebés pequeños, que dependen de ello para sobrevivir, y que se denomina Parentalidad Intuitiva. Curiosamente, la cualidad más saliente de este cúmulo de acciones no reflexivas es su musicalidad (Papou?ek H, 1996; Papou?ek, M. 1996; Trevarthen 1999/2000, Malloch 1999/2000, Imberty 2002). Los pormenores por los cuales se otorga esta calificación han sido referidos en detalle. Los trabajos de Metchild Papou?ek (1996, 1994; Papou?ek y Papou?ek) brindaron pormenorizada evidencia de cómo tanto el modo de hablarle a los bebés que tenemos los adultos como las vocalizaciones que el mismo bebé realiza en la interacción se caracterizan por el empleo sistemático de la altura y la melodía, los patrones temporales y el ritmo, la sonoridad y los acentos, y el timbre y la armonicidad del sonido (p.90). Sus estudios incluyen el análisis de los contornos melódicos utilizados por las madres en la interacción con sus bebés en términos de rango de alturas, dirección y patrones prototípicos (en un número más o menos fijo de 5-6) que son habitualmente repetidos aunque cambie el contenido verbal de tales expresiones. Sugestivamente, estos contornos melódicos no evocan ningún tipo de melodía en sí ni sus alturas pueden categorizarse como notas musicales. Por lo tanto, este desempeño vocal con dominio notable del espectro de alturas no debería tomarse como una ejecución cantada, de acuerdo a las pautas que en cada cultura caracterizan el canto. Para Metchild Papou?ek este aspecto particular del Habla dirigida al Bebé (HDB) cumple con dos tipos de funciones fundamentales. Por una lado satisface las funciones regulatorias, que se refieren al control y modulación de la atención y la excitación afectiva. Por el otro lado desempeña funciones de enculturación lingüística, al estimular y facilitar procesos de discriminación perceptual y categorización fonética en el infante. Hemos propuesto en otro trabajo (Shifres 2007) que las funciones de enculturación de la parentalidad intuitiva van más allá del dominio lingüístico y se adentran en la adquisición de modalidades expresivas de uso en las manifestaciones musicales propias de la cultura de pertenencia. Para ello propusimos un modelo de enculturación basado en la presencia de estructuras neuronales y principios motivacionales que siendo innatos están organizados de manera similar en el adulto y el infante y permiten el encuentro a través del cual el adulto comunica los contenidos de la cultura al bebé. Esto es posible, naturalmente, porque la musicalidad de las conductas parentales se basa en las capacidades de procesamiento que los bebés exhiben respecto de atributos de altura, duración, intensidad, del sonido y sus modos de combinarse significativamente y relacionarse en estructuras de mayor complejidad (escalas, intervalos, patrones rítmicos, contornos melódicos, etc.) (Trehub 2003, véase Martínez, M. en este simposio). La noción de musicalidad en el HDB ? y en todo el encuentro ?protoconversacional? en la temprana infancia - debiera ser entendida en términos generales independientes de la noción de música como artefacto cultural. En esa dirección Trevarthen (1999/2000) define esta musicalidad como la ?fuente psicológica de la música? (p. 156) puesta de manifiesto en el impulso rítmico de vivir, moverse y comunicarse. Es anterior y subyace al lenguaje, e impulsa permanentemente la atracción del interés mutuo más allá de las diferencias históricas y culturales. Aunque sean diferentes las culturas musicales a las que pertenecemos todos poseemos la misma capacidad fundamental para responder musicalmente. En síntesis, la musicalidad en la actuación parental intuitiva adulta está presente aun en ausencia de lo que en la propia cultura de pertenencia se denomina música. Para Trevarthen la música constituye una ?respuesta satisfactoria? a aquellos impulsos, pero es claramente una respuesta que depende de la cultura. ?Las invenciones más sofisticadas del ?arte musical? llevan hasta sus límites las demandas de la mente que imagina, piensa y recuerda y el cuerpo, la voz y los instrumentos musicales que ejecutan (?) Cada pieza de música es un producto inventado de la cultura cuya completa apreciación da cuenta de una habilidad adquirida. Nueva (siempre nueva) pero al mismo tiempo eterna e inolvidable; intuitiva pero aprendida, cultivada y habilidosa; atemporal pero hecha en el tiempo - la experiencia musical parece llena de paradojas. Para entender su fuente es necesario conocer a partir de qué procesos y acciones se desarrolla la música. Solamente entonces seremos capaces de apreciar qué hay en ella que permanece poderosamente movilizante independientemente de los efectos de la experiencia sofisticada - por qué la música dura...? (Trevarthen 1999/2000, p.157) Sin embargo, los repertorios musicales del acervo cultural también suelen formar parte de estas interacciones, y se constituyen a simple vista en parte de esos contenidos culturales que los adultos incorporamos para facilitar el acceso del bebé a nuestra cultura. En otras palabras, los adultos también usamos explícitamente la música para interactuar con los bebés. Primordialmente, les cantamos a los bebés. Claramente existe entonces un Canto Dirigido al Bebé (CDB). Respecto del uso explícito de contenidos de la cultura musical, Merker (2002) señala que es recién a partir de los 6 meses en los que el repertorio musical forma parte activa de la interacción1. Esto es compatible con la emergencia de lo que Trevarthen y Hubley (1979) denominaron intersubjetividad secundaria, es decir los intercambios intersubjetivos en los que la díada se abre en la atención conjunta a un objeto externo. En ese sentido, la pieza de repertorio (canción, cantinela, rima, juego musical, etc.) sería tomada como el objeto que la díada está triangulando. La actuación parental se convierte así en una vía primaria de transmisión oral de la cultura, de sus formas distintivas, y de sus especimenes conspicuos. A pesar de todo lo se sabe acerca del HDB es muy poco lo indagado en torno al CDB. El modo en el que los adultos cantan a sus infantes fue estudiado principalmente en torno a la ejecución de nanas o canciones de cuna, notablemente generalizadas a través de las culturas (Trehub 2003). Sin embargo, estas canciones son utilizadas con un propósito contrario al de sostener la interacción. Claramente persiguen regular la excitación y evitar toda respuesta del bebé concluyendo el momento de enlace intersubjetivo. A la luz de la distinción establecida entre musicalidad en las interacciones tempranas y música ¿es el CDB una modalidad comunicacional autónoma? Es decir, ¿el modo en el que la cantamos a nuestros bebés es sustancialmente diferente del modo en el que les hablamos? Como la mayor parte de los estudios en HDB se han centrado en rasgos estructurales de esta forma de comunicación, un estudio análogo consistiría en centrarse en rasgos estructurales de las piezas de repertorio seleccionadas en el CDB. Sin embargo, otros rasgos menos explorados del HDB pueden ser también objeto de estudio en el CDB. Este trabajo se centra en ellos.
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