Pese a que la falta de datos comparables hacen difícil evaluar el impacto epidemiológico del uso fumado/inhalado de cocaína, investigaciones existentes sugieren que es un importante factor en la epidemia de VIH. Si bien estudios realizados con inyectores muestran que muchos de ellos integran redes sociales con no inyectores, sólo recientemente existe evidencia sobre la prevalencia de VIH entre usuarios de drogas no inyectables en Latinoamérica (con rangos que van del 1.6% al 9.5%, en estudios realizados en Argentina, Brasil y Uruguay), la que es superior si se la compara con las tasas de VIH en la población general (Azevedo et al, 2007; Nunes et al, 2007; Osimani et al, 2005; Rossi et al, 2008; Vila et al, 2008).El rol del crack y su estrecha relación con el comercio sexual ha contribuído a la diseminación del VIH por la vía de transmisión heterosexual en ciudades del Brasil (Nappo et al., 2004). Las altas tasas de seroincidencia detectadas entre usuarios de cocaína fumada/inhalada en Buenos Aires y Montevideo (3.1 y 4.4 respectivamente) podrían implicar que estas ciudades están enfrentando la emergencia de una epidemia mayor, modelada por la transmisión heterosexual (Vignoles et al, 2006).Existe un amplio acuerdo acerca de que son necesarias más investigaciones sobre este tema a fin de construir evidencias sobre las que se asienten políticas orientadas a esta población (Cook and Kanaef, 2008). Los daños y riesgos asociados con el uso no inyectable de drogas han sido escasamente abordados por iniciativas de reducción de daños integrales en Latinoamérica (Bastos et al, 2007). A pesar de que hay ejemplos de buenas prácticas de base comunitaria, aún no conforman componentes integrales de las propuestas comprehensivas de reducción de daños.