Atención

Búsqueda avanzada
Buscar en:   Desde:
 
Religión, mujeres e ideología femenina en la España de los Siglos XIV al XVI
Jorge Rigueiro.
Fundación, núm. 3, 2000, pp. 9-33.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pwTV/QYD
Resumen
No es nuesto objetivo analizar al discurso femenino historiográfico a la hora de escribir sobre temas femeninos (lo que no deja de ser una interesante cantera analítica), sino tratar de entender ña mentalidad femenina de las que ingresan a órdenes religiosas o practican alguna forma de vida similar a la religiosa desde el período tardomedieval (aproximadamente S. XIV) y hasta finales del Concilio de Trento (1563) en el ámbito hispano. Motiva esta selección temporal acotada la intención de poder abarcar con corrección una problemática que a todas luces se muestra como urbana, desechando el ámbito rural (no por menos importante, sino porque en general, las vocaciones religiosas son motivadas por otras causas en el campo que en la ciudad); y concluyendo hacia el momento en que ciertas características propias de la vida en clausura o intra claustro variaron (y no para mejor), por lo que hemos decidido detener allí nuestro análisis. Adjunto a esto pretendemos definir la mentalidad femenina ingresante a órdenes religiosas, ya sea que estas mujeres habiten solas o en comunidad, como analizar las características básicas necesarias para poder ingresar a dichas obras, o dicho de otra manera: qué es lo que pasaría por la mente de una mujer hispana de fines del siglo XIV y hasta avanzado el XVI para decidir su posible vocación al ingresar a una casa conventual o recluirse en la suya propia para dedicar su vida a la Contemplación y a la Oración. Así, deberemos entender a las mujeres que abandonan el mundo de una manera diferente de aquellas que logran casarse o quedan en la casa paterna, se presentan como alguien que pretende un perfil jurídico, social, laboral, ideológico y psicológico (sin interpretaciones neomercadistas perimibles) fuera de las pocas variables a las que podía aspirar en una sociedad como aquélla. Tal sociedad se encontraba a las puertas de la Modernidad, imbuida de Humanismo, alejándose progresivamente del teocentrismo medieval y en una progresiva búsqueda de identidad individual, pero aún apegada a profundos valores sociales y comunitarios. Dada la dificultad lógica con la que hemos topado en la búsqueda de material de primera mano para la elaboración de este artículo, debimos recurrir en gran medida a bibliografía moderna sobre el tema (mucha de la cual no deja de estar teñida de una cierto feminismo muchas veces ilustrativo y profundamente sentido, pero transgresor respecto de la fidelidad a lo histórico), a la vez que a textos jurídicos contemporáneos, tratando de desandar el camino hilado por los autores para llegar a las fuentes mismas que motivan la escritura de sus líneas: las mujeres religiosas y las mujeres respecto de la religión. En modo alguno entendemos como válida la posibilidad de emparejar la mentalidad femenina de aquellos siglos con la de hoy, intentando resarcir moralmente el postergamiento histórico de la mujer a través de una concepción un tanto posmoderna del accionar femenino, ya sea en el ámbito familiar, público o eclesiástico, en lo ideológico, laboral, secular o religioso. Creemos que la corriente liderada por A. Muñoz Fernández en varios artículos de su autoría y de sus colaboradoras, aporta infinitos y delicados rasgos a la cuestión de ideología femenina, pero en algunos casos, con pinceladas un tanto gruesas aunque profundas respecto de aquéllas que no tenían voz. De la misma manera, muchos hombres analizan a la mujer desde una especial retórica institucionalista, quedando atrapadas en la platina de anáisis miles de indefensas exponentes vitales que se niegan a seguir los rígidos patrones impuestos desde la gravedad de estudios sobre mentalidad femenina masculinizados fuertemente (no sin profusa prueba documental apilada largamente), quedando a mitad de camino entre un estudio sobre mujeres y una justificación sobre que "lo que pasó, pasó". Ha corrido mucha agua bajo el puente de Clío, han habido muchas mujeres y hombres ilustres y oscurísimos entre los que hicieron la Historia, pero también son incontables aquellos que la hicieron desde el calor de las cocinas y establos, edificando un monumento más duradero que el que muchos pretenden describir: nuestro pasado. Es necesario ver a hombres y mujeres de la historia como seres diferentes pero similares, privados muchas veces de la realización de sus ideales en pro de una situación familiar, militar, económica, estadual, etc., pero no por eso debemos dejar de verlos como lo que eran: seres tan reales y comunes como los que habitamos el hoy. No caeremos en el facilismo de considerar a la mujer como igual jurídico, social, económico y hasta teológico del hombre, pues esto en la historia no se dio así, pero además de dejar asegurado que para el hombre tampoco fue fácil serlo durante muchos siglos, pues el que estaba en mala posición, la pasaba mal no importase su sexo; negamos rotundamente el silencio impuesto a las mujeres, sobre todo a las religiosas, pues muchas contaban con muchos más dotes intelectuales que muchos hombres para hacer sentir sus voces: No se habrán dado muchas Teresa de Avila, pero de seguro, no se dieron muchos hombres que pudieran parecérsele o discutir con ella. Finalmente, no pretendemos desarrollar, en principio, una hipótesis determinada, sino tan sólo pretender descubrir las posibles motivaciones que llevan a la elección de la vida religiosa por parte de las mujeres de aquellos años y cómo encaraba ésa vida en un marco de dominación masculina dentro de una institución con nombre de mujer pero con rostro de hombre: la Iglesia.
Texto completo
Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es.