El periodo 2010-2020 representa para la producción audiovisual de nuestras regiones y provincias un tiempo de excepción en el que evidencia la pluralidad de la experienciación narrativa y estética de la audiovisualidad atravesada por densos y complejos procesos que ponen en tensión lo local y lo global. El territorio expresivo que irrumpe con vigor desde las diversas geo-espacialidades de nuestro país será abordado generando una cartografía teórica-estética que permita visualizar su devenir, sus tensiones, las singularidades y las regularidades. Las premisas que ayudan a construir conceptualmente la indagación responden a cuestiones epistemológicas e históricas. Con respecto al estatuto ontológico de la imagen es posible focalizar analíticamente en ese catálogo de operaciones que se entretejen entre la identidad y la alteridad que dan lugar a “imageneidades” diversas. Tampoco puede obviarse el desenvolvimiento de procesos de creación cuyas características evidencian prácticas que devienen de heterogéneas posiciones en el reparto de lo sensible (Rancière, 2014) estableciendo ciertas presencias estética y políticas en la topografía de lo común. A lo que se añade la existencia de experiencias en pasaje (Bellour, 2009) en las que imágenes propias de diversos dispositivos se superponen gestando una composición sinuosa y poco previsible en el campo audiovisual de nuestro país.