Los discursos acerca de la posibilidad democratizadora de los ámbitos políticos y sociales están en crisis. A partir de la generalización de las tecnologías de la información y la comunicación se puso de manifiesto que las miradas optimistas sobre los efectos de la inmediatez y el flujo sin clausura de la información no generaban, necesariamente, un acceso mayor a la participación de la ciudadanía. La globalización informativa y su consecuente puesta en público de la existencia de grupos minoritarios, que no se adaptan a las categorizaciones de la sociedad de consumo, alcanzaron metas contrarias a las que los teóricos previeron a lo largo de los últimos treinta años. Dichos grupos mantienen muchas dificultades para insertarse dentro de la lógica global. A partir del uso mediático que se hace de sus características identitarias, estas dificultades se profundizan. Las construcciones estigmatizantes que se sostienen desde los medios masivos de comunicación instituyen que los rasgos particulares de las minorías se representen de dos maneras: exóticas o criminalizadas. Si bien la variable exclusión plasmó que los grupos identitarios diferenciados por intereses, manifestaciones culturales o inscripciones políticas se ampliaran cada vez más, cierto es que a medida en que se los excluye de la política, la economía y la sociedad, se les otorga una cobertura periodística mayor. Esta paradoja, que se sustenta en el seno del poder, es respondida por otra desde el punto de vista de los excluidos. Contrariamente a los discursos de ruptura que caracterizaron las pujas políticas de otros momentos, en el actual, las minorías no plantean la abolición del sistema sino la posibilidad de integrarlo. Esta idea de integración se corresponde con la concepción de “diversidad” que, por lo general, anula toda posibilidad de divergencia. El potencial emancipatorio de la televisión, que entusiasmó a Jurgen Habermas, y las voces múltiples, por las que en los inicios de los años ochenta bregaba Sean Mc Bride, son -con el auge de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación- momentos optimistas de una historia antigua. Los medios ya no utilizan estrategias de censura para ejercer su funcionalidad con el control social. La sofisticación de las técnicas para la preservación de lo instituido se sustenta en una presencia fragmentaria -en las pantallas y en los medios escritos- de los grupos sociales rechazados. De este modo, las voces de los excluidos se incluyen en las agendas periodísticas al tiempo que la exclusión se profundiza y se amplia a sectores cada vez más grandes de la sociedad. Los procedimientos que se utilizaron en la prensa, en relación con los inmigrantes de países limítrofes, se fueron extendiendo a los otros grupos que ponen de manifiesto la masividad de la exclusión. Es el objetivo de este trabajo analizar de qué modo se instalan las categorías de excluido-excluido incluido / incluido e incluido- excluido en relación con el tratamiento de acciones delictivas en la base y la cima de la pirámide social. Para esto, se tomarán dos casos cuyo desenlace tuvo víctimas fatales:  El de la paciente fallecida el 23 de octubre de 2002, por el corte de la ruta en Tartagal  El de la veterinaria y su hijita, que murieron a causa de las picadas en la avenida Lugones, el 30 de agosto de 1999. En ambos acontecimientos, existen tipificaciones para los delitos cometidos. Sin embargo, la construcción que se hace de cada uno de ellos en las páginas de los medios pone en discusión el tratamiento de los distintos grupos sociales en la agenda mediática y, de modo velado, la intención de negar las normas del estado desde los medios masivos de comunicación. Es a través del análisis de las dos coberturas -y las discusiones que se hicieron en los medios- que se estudia el rol de la prensa en la sociedad, los efectos de agenda que ella produce y la construcción de excluidos / excluidos; incluidos / incluidos e incluidos / excluidos en las representaciones mediáticas de la sociedad.