En los últimos años se han producido avances en materia de derechos para la diversidad sexual a nivel mundial. Esto se ha reflejado en una democratización de la sexualidad, entendida como las políticas que implican la equidad y reconocimiento de la diversidad sexual y de género. Sin embargo, en el mismo proceso inclusivo se ha re articulado de tal forma con el heterocentrismo, que se han establecido nuevas jerarquías de la organización social y sexual. Es en este contexto donde se han instituido modos hegemónicos de la homonorma que aparecen como contracara de la llamada heteronorma y resultan funcionales a la misma. Estas cristalizaciones de las categorías identitarias de la homosexualidad aparecen como estrategias políticas funcionales al capitalismo, que norman ciertos estereotipos de afectividades como modelos hegemónicosque obran como límite en el escenario de la democracia sexual. Surge así, la cuestión sobre si son posibleslas comunidades político- afectivas distintas, desde las diferentes posiciones de la diversidad sexual atendiendo a cuestionar esta categorización normativa.Retomando el binarismo heteronorma- homonorma, nos proponemos revisar la idea de comunidad imposible de Maurice Blanchot,a la luz del análisis de los modos de subjetivación que proliferan a partir de ese binomio. Por medio de la concepción de que la construcción de una comunidad implica el reconocimiento del otrx y la instauración de un espacio común siempre por realizarse. Es en este binarismo de la heteronorma- homonorma, en la que se instalan ciertas especificidades lo que nos permitirá pensar si es posible generar comunidades político- afectivasdonde se dé el encuentro como un acontecimiento inclusivo y no jerarquizado. Asimismo tomando la perspectiva del colectivo Tiqqun en Primero Materiales para una teoría de la jovencita, revisaremoscuáles son las formas en las que el capitalismo avanzado se reapropia de ciertas líneas políticas con el fin de hacerlas funcionales a la lógica de mercado.