Consisten en un proceso ético-jurídico de deliberación colectiva, lo que se impone a la la manifestación de la Voluntad General como un fenómeno histórico-cultural es la condición de inmanencia que la caracteriza en un movimiento dinámico-dialéctico que demanda una formación económico-social que posibilite la emergencia de valores y prácticas, conductas y comportamientos, necesidades y objetivos que, teniendo como fundamento el interés común, se corresponden, convergiendo hacia una forma de autodeterminación que permite la superación de la alienación de las capacidades humanas en el contexto de las relaciones socioproductivas, a saber, la autogestión. Tal experiencia social de autodeterminación colectiva, como señala el (artículo), involucra tanto la esfera política y el ámbito económico (trabajo) y encierra la noción que implica desde la igualdad sustancial (concreta) hasta la efectiva participación política, sobreponiéndose al sesgo mercadológico de la organización económico-social vigente ya la estructura burocrática corporificada por el Estado en el sistema capitalista.