En la Argentina de fin del siglo XX, las reformas y los rezagos de un subdesarrollo globalizado parecen haber generando un proceso complejo de “des-empleo” estructural de las capacidades productivas de una parte cada vez más importante de la población. Una situación que no encuentra explicación en la falta de crecimiento económico, ni tampoco en la ausencia de normas que viabilicen el uso más flexible de la fuerza de trabajo. De este contexto parece emerger una nueva fuerza de trabajo y nuevos modos sociales de empleabilidad. Los resultados de investigación nos alejan de la idea del desempleo como un estado de privación que en forma automática desencadena, a nivel agregado, un comportamiento natural de ajuste de precios y cantidades según el comportamiento de la demanda. Por lo mismo, la desocupación como un shock deja de ser un buen indicador, objeto de inventario, en función de medir los desequilibrios sociales. El fenómeno asume otra dimensión: un proceso de producción de nuevas dinámicas e identidades sociales.