La presente ponencia se basa en la experiencia de trabajo realizada en el Hospital de Niños (Córdoba, Argentina) en el programa de VIH desde el área de Trabajo Social, durante el período 2018-2020. Se recuperará la redefinición de la propuesta de intervención en la temática por parte del equipo disciplinar, problematizando el tradicional concepto de “adherencia al tratamiento”, para incorporar la construcción de autonomías en relación a los procesos de salud-enfermedad-atención-cuidado. Tradicionalmente, estos procesos son mirados desde una perspectiva biomédica y adultocentrista, sin tener en cuenta que son lxs niñxs y adolescentes quienes han transitado la experiencia de nacer y crecer con VIH. Es por ello que tanto el vínculo con el equipo de salud, como la construcción de procesos más autónomos de salud-enfermedad-atención-cuidados, debe darse desde una perspectiva situada, teniendo en cuenta sus interseccionalidades: tiempos, sectores sociales, espacios, géneros, religiones, razas, discapacidades, edades, entre otras. Desde el Trabajo Social se interviene en la construcción de autonomías entendiéndolas como necesidades/recursos simbólicos, referidos a las representaciones sociales y a los sentidos que se le otorgan al VIH, a la capacidad de decisión y a las relaciones co-construidas con el equipo de salud. El hecho de vivir con un diagnóstico crónico conlleva atravesar ciertos momentos, como la develación del diagnóstico y la tranferencia institucional hacia el hospital de adultos, que tradicionalmente han sido mirados sólo desde lo médico. La redefinición desde lo disciplinar implicó volver a mirar estos procesos desde una perspectiva de derechos y no adultocéntrica, que se nutriera desde narrativas, experiencias y deseos de lxs niñxs y adolescentes, recuperando las diversas formas que tienen de nombrar y vivir el VIH. Esto supone ubicarnos desde el respeto al derecho que tiene todx niñx y adolescente, a ser oídxs y a que su opinión sea tenida en cuenta.