La interpretación de la dialéctica mítico-ritual mesopotámica admite la recuperación del ?paisaje semántico? en el que se expresaba el lenguaje religioso. El homo religiosus, a través de una exégesis esotérica, argüía abigarrada y místicamente un corpus de ?enunciados? divinos. Los ?hermeneutas? del entramado mítico-poético no eran otros que ?iniciados?, únicos capaces de descifrar la complejidad multívoca del lenguaje religioso.En nuestra ponencia proponemos ? asumiendo un rol de ?pseudo-iniciados? ? desentrañar el laberinto polifónico del mito mesopotámico, enfocando nuestro análisis en una serie pasajes de El descenso de Inanna al Inframundo, a fin de demostrar cómo la diosa de la fertilidad y la guerra se presenta como un personaje martirizado y simultáneamente como verdugo. Como una Mater Dolorosa o ?diosa plañidera? Inanna se circunscribe a un rol manifiestamente ?dionisíaco?, que de manera subrepticia encarna la fiereza de los preceptos de la irracionalidad humana. Siempre en ?trance?, la divinidad iracunda, se revela sagradamente como un interlocutor liminal. En efecto, Inanna es lo ?inclasificable?, simultáneamente lo bajo-infernal y lo alto-uránico, lo femenino y lo masculino, lo nefasto-tremendo y lo benéfico-devocional. En El descenso?, la divinidad se abalanza desde su morada celestial hacia el Kurnugi o ?País sin retorno?. En el derrotero transicional, Inanna ?circula? a través de diversos santuarios mesopotámicos antes de dirigirse al mundo de los muertos. Una vez en él y completamente subsumida ante los poderes de su hermana Ere?kigal y de otras criaturas infernales, es convertida en un cadáver (como un ?dios doliente?). A posteriori, mediante la intromisión del dios Enki, asociado a las potencias vivificadoras de la tierra, Inanna ?renace?. Para garantizar su vuelta al mundo de los vivos, la diosa ?entrega? a su paredro Dumuzi, quien dócilmente toma su lugar en el Kurnugi. En nuestro trabajo realizamos una exégesis filológica del contexto de enunciación de El descenso?, en el sentido de que la recopilación correspondería a época paleobabilónica, donde se explicitan arquetipos mítico-rituales del Dinástico Temprano (2900-2300 a.C.). A nivel teórico, retomaremos algunos planteos del estructuralismo para dar cuenta de cómo se entrecruzan dualmente mito y rito. Asimismo creemos oportuno señalar nuestra deuda con la fenomenología de la religión y el paisaje que nos ayudarán a decodificar el lenguaje mítico-ritual, enfatizando las especificidades mesopotámicas.