Tras el fin de la II Guerra Mundial, la lucha contra el comunismo comenzó a ser una obsesión para el Comité de Actividades Antiamericanas, que puso sus ojos en la colonia de Hollywood. Cualquiera que fuese sospechoso de haber pertenecido al partido o haber tenido relación con él, era incluido en las listas negras que posteriormente irían depurando a miembros de la Industria. Muchas carreras cinematográficas quedaron truncadas, gracias a que se utilizó a delatores entre los propios compañeros de profesión.