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La forma de vida política, ¿lo más propio del hombre? Una experiencia de limitrofía
Vallejos, Ana Laura - Facultad de Filosofía y Letras UBA.
1º Congreso Internacional de Ciencias Humanas - Humanidades entre pasado y futuro. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2019.
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Resumen
En una de las obras fundacionales de la filosofía política moderna, el Leviatán publicado en el año 1651, Thomas Hobbes trata de elucidar los fundamentos y razones con conducen a los hombres a conformar un cuerpo político. Para la tradición contractualista el orden civil se basa en un pacto social donde cada individuo miembro de la multitud abandona su derecho natural a toda cosa y decide someterse a un poder común soberano con el fin de abandonar la miserable situación de guerra que caracteriza al Estado de naturaleza. Sin embargo, resulta interesante notar que el sostén de todo el sistema filosófico-político de la modernidad surge de marcar una distancia sagrada: la distancia del hombre con el Animal. El animal humano es, para esta tradición, un ser político, un animal dotado de logos, de lenguaje, capaz de construir un cuerpo político artificial, una Republica. La tradición filosófica occidental se encargó de demarcar la dimensión política como uno de los propios, más propios del hombre podemos afirmar siguiendo la lectura de Jacques Derrida. El animal no humano, o Animal en Singular General, no puede ser ciudadano de la res-pública, puesto que no es un ser político. Esta firme separación fundada en una jerarquía ontológica que sitúa al ser humano en la cúspide de las formas de vida ha recorrido toda la historia de Occidente, y se hace manifiesta y más patente aún en la filosofía política, para la cual esta jerarquía no sólo es fundamental sino necesaria. La soberanía política de Occidente responde a una lógica de sumisión de lo viviente animal y por ello la bestia se encuentra en una relación de exterioridad con respecto a toda ley civil. En el capitulo XVII del Leviatán Hobbes retoma la afirmación de la Política de Aristóteles según la cual algunas criaturas vivientes no humanas, como las abejas y las hormigas, son incluidas dentro de las criaturas políticas en virtud de su capacidad de vivir socialmente entre sí. Ante esto Hobbes necesita diferenciar de forma tajante la forma de vida en común de estos vivientes del cuerpo político artificial humano y para ello enumera seis argumentos, cuyo fin es mantener la mencionada distancia sagrada del animal respecto de la humanidad. En este trabajo me propongo analizar dichos argumentos utilizando por un lado la crítica radical a la metafísica de la subjetividad moderna que encontramos en la obra de Friedrich Nietzsche, principalmente del corpus nietzscheano de la década de 1880, considerada como la década de transvaloración de todos los valores de la filosofía y moral de Occidente, una lucha creadora contra la decadencia nihilista. Vemos ya en Nietzsche una crítica al concepto de humanidad que luego me gustaría retomar desde la perspectiva de la deconstrucción, el legado filosófico de Jacques Derrida que puede ser interpretado como una obra dedicada a desentrañar la lógica de la zoopolítica occidental, heredera en buena parte del pathos de Nietzsche.
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