La tragedia de Ayotzinapa, la muerte de seis estudiantes y la desaparición de otros 43 el 26 de septiembre de 2014 en Iguala (Estado de Guerrero, México), puso al descubierto los trazos brutales de lo que el sociólogo y economista, profesor del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Arizmendi, define como “capitalismo necropolítico”, una forma extrema de capitalismo que se funda en procedimientos de acumulación por desposesión de la vida, de la mera existencia. Es un tipo de capitalismo que se reproduce a través de la muerte. De la muerte física, pero también social, simbólica o económica. El necrocapitalismo naturaliza la muerte y resignifica la vida como una experiencia prescindible, la existencia se vuelve un bien desechable. Y se concreta a través de la práctica política que rentabiliza la desaparición. Es la necropolítica la que define cómo y por qué alguien se vuelve descartable. En la dinámica de reproducción de ese tipo de capitalismo, la desaparición (de una persona, de un colectivo, de una clase social) no es un hecho contingente sino la consumación de una necesidad intrínseca a una forma de acumulación. El necrocapitalismo se concreta a través de la creciente implantación global de una dinámica política neoautoritaria que concentra el poder y la riqueza, y reseña el trazo estructural de una crisis que está poniendo en cuestión los fundamentos del orden liberal en el mundo. La emergencia de gobiernos autócratas y de democracias iliberales expresa la reacción de agentes sociales que han perdido su lugar en la política y en la economía, es el gesto de rebeldía de quienes, presos de la incertidumbre y del miedo al desamparo, viven una cotidianeidad que los resignifica como seres cada vez más irrelevantes. Esa irrelevancia describe, expone, su desaparición en los hechos como actores sociales plenos. La pérdida de significación política y de valor económico (la irrelevancia) que sobrevuela la vida de millones de personas es también la representación distópica de la encrucijada que plantea para el futuro de América Latina la intersección entre una realidad signada por trazos profundos de necrocapitalismo con la implantación acrítica de soluciones de la Revolución Digital, vector de la matriz tecnocapitalista que está articulando el orden sistémico global emergente. El historiador israelí Yuval Harari advierte que “el auge de la Inteligencia Artificial podría eliminar el valor económico o político de la mayoría de los humanos. Al mismo tiempo, las mejoras en biotecnología tal vez posibiliten que la desigualdad económica se traduzca en desigualdad biológica.” El objetivo de esta presentación es explorar los antecedentes intelectuales, los rasgos distintivos y las implicaciones ético-políticas de la noción "capitalismo necropolítico" propuesta por Arizmendi, así como también la relación que la noción permite establecer con la temporalidad y, en particular, con el futuro. Palabras clave: capitalismo, muerte, desaparición, irrelevancia, tecnología.