El consumo de música a través de videoclips musicales devino una parte vital de las prácticas culturales de sectores juveniles de todos los niveles sociales. Patrocinado por las discográficas para promocionar géneros e intérpretes populares en orden al incremento de ventas, el videoclip musical es un texto híbrido: en él se mezclan música, imagen y publicidad. Se trata, por tanto, de textos multimodales, espacio privilegiado para el análisis de la dupla imagen-sonido en nuestra cultura contemporánea y para la comprensión de los nuevos sentidos de memorias y proyectos que porta la cultura juvenil -y su expresión en productos que son fruto de la apropiación de avances tecnológicos que transforman profundamente las sociedades. Entre estos productos, existe uno que puede ser considerado punto de encuentro entre la apropiación de la modernidad tecnológica y las memorias y legados colectivos: el video musical de “cumbia villera”. El género fue censurado por parte del Estado nacional en 2001 y luego -debido a su popularidad y difusión- fue abordado desde la sociología, la antropología, la etnomusicología y el análisis crítico del discurso. Todos los estudios consideran al género -con mayor o menor profundidad de análisis- evidencia y testimonio de la dura realidad de sectores juveniles urbanos empobrecidos y excluidos tanto del mercado laboral cuanto de las formas globalizadas que la modernización asumió en nuestro país a fines del siglo XX. No obstante, este producto cultural creado por artistas de sectores populares, a pesar del escaso valor artístico que se le atribuye, supo posicionarse dentro del discurso mediático contemporáneo, por medio del videoclip musical, como representante multimedial en diálogo con las estéticas contemporáneas. A partir de los instrumentos de estudio de textos multimodales propuestos por Kress y van Leeuwen (2001), se aplica un modelo de análisis a un corpus de videoclips musicales difundidos por Internet que aspira a exponer que -por medio de este producto cultural- el género logró construir un imaginario colectivo, en el que sectores populares se reconocieron en su realidad, en sus deseos y esperanzas, y que, a la vez, logró posicionarse con éxito en el mercado musical. El videoclip musical de cumbia villera se constituyó en un dispositivo capaz de moldear el gusto de amplios sectores populares y en “una de las mediaciones […] más expresivas de matrices narrativas, gestuales, escenográficas, del mundo cultural popular” (Martín Barbero, 2005), pues en él se hace presente la hibridación entre formas de enunciación heredadas de poéticas pasadas, músicas migradas de orígenes mestizos y personajes y géneros de arcaicas tradiciones de Occidente (como la farsa con sus personajes grotescos y la representación carnavalesca del mundo como práctica de resistencia).