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De marginalidades sociales en transición a marginalidades económicas asistidas
Salvia, Agustín.
Encrucijadas-UBA, 2010, pp. 35-72.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pnKz/rky
Resumen
El objetivo de este trabajo es examinar algunas de las implicancias que sobre la integración social tienen la creciente marginación económica que en clave de ?heterogeneidad estructural? parece dominar el proceso de subdesarrollo argentino durante la actual etapa de globalización. Según las investigaciones que sustentan estas notas, la dinámica de exclusión social se habría profundizado con el proceso de liberalización económica generado por las reformas neoliberales de los años noventa, pero dado el carácter estructural del problema, las brechas de desigualdad y los niveles de pobreza extrema no habrían registrado cambios cualitativos a pesar de las mejores condiciones macro económicas y sociales introducidas por las políticas post-reformas (Salvia 2009; Salvia et al, 2008). En este contexto, resulta relevante descifrar la trama que hace posible que los excedentes de población marginados participen de manera relativamente integrada de los procesos de reproducción social; es decir, sin que infrinjan alteraciones significativas al régimen político-institucional ni sobre el pacto de intereses que sostienen el patrón de concentración económica. Según el enfoque crítico que aquí sostiene, ni el giro post-reformas expresado en el discurso político-ideológico ni las mejores condiciones post-crisis logradas en materia de crecimiento y de empleo, constituirían explicaciones suficientes para entender la actual ?detente social?. Lejos de este tipo de simplificaciones, el presente trabajo procura ofrecer una línea de explicación alternativa fundada en la tesis de que el actual orden social no es independiente -al menos, en el caso argentino- del tipo de relación que se estableció entre los procesos de apertura comercial, liberalización económica e integración mundial, la dinámica de destrucción de sectores intermedios y de concentración de grandes capitales y el aumento de actividades informales de muy baja productividad asociados a la subsistencia de los nuevos excedentes de población generados por los factores anteriores. A lo que cabe agregar, como una pieza no menos importante, la introducción por parte del Estado de formas más eficientes de control social2 en función de descomprimir la conflictividad generada por la dinámica de acumulación, dados sus efectos regresivos sobre la desigualdad y la exclusión. Es en este marco donde resulta de interés examinar algunos de los rasgos que ha asumido la producción de excedentes de población en clave a la vieja tesis de la ?masa marginal? (Nun, Marín y Murmis, 1968; Nun, 1969; 2001); la cual parece fortalecerse en el contexto de un sistema capitalista cada vez más globalizado y de economías nacionales cada vez más heterogéneas (Salvia, 2007). Sin duda, la cohesión social ?o, al menos, un control social naturalizado- en un contexto como el descrito, constituye un desafío político-institucional más complejo y difícil de concretar que hace cincuenta, cuarenta o, incluso, treinta años atrás. En principio, los tradicionales procesos de modernización industrial experimentaron profundos fracasos que, entre otros efectos, profundizaron el atraso, la pobreza relativa y la desigualdad distributiva, incumpliéndose de este modo la prometida transición hacia la modernidad. Por otra parte, aquellos aspectos estructurales que ponían límites a la integración social ?la dependencia al mercado mundial y la heterogeneidad estructural interna- se habrían profundizado bajo el modelo de economía ?abierta? surgido a partir de los procesos de expansión financiera y de las reformas estructurales ampliamente difundidas en la Región durante las últimas décadas del siglo XX. De ahí que la marginalidad económica ya no adopte la forma piadosa de excedentes sociales eventualmente necesarios para el programa de desarrollo e integración; sino que se constituyan, más clara y abiertamente, en sectores sobrantes, a los que ?a través de políticas sociales eficientes, aunque costosas- es necesario recluir, controlar, autoreproducir y coaptar con el objeto de evitar que emerja su potencial fuerza perturbadora del orden político y social. Es decir, tal como habremos de examinar en este trabajo, la nueva modernidad parece imponer ?al menos en el caso argentino- una nueva matriz social de marginalidad estructural y control (cohesión) social institucionalizado.
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