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El otro desempleo. Impacto del crecimiento sobre la estructura del empleo durante los últimos cuatro años
Salvia, Agustín y Jesica Plá.
La Causa Laboral, núm. 38, 2009, pp. 1-15.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pnKz/Ocw
Resumen
En el presente sistema económico, el mercado laboral constituye el principal ámbito de satisfacción de las necesidades esenciales. Sin embargo, en el actual contexto global, las instituciones que regulan este mercado enfrentan serias dificultades para convertir la necesidad de trabajo en opciones efectivas de transformación, movilidad e inclusión social para todos. En este sentido, si bien las sociedades modernas han fijado como valor universal el derecho de las personas a sostener y desarrollar su vida a través de un empleo estable y de calidad, con la protección y regulación por parte de los Estados, las mismas sociedades son incapaces de desarrollar oportunidades laborales para todos sus miembros, o cuando lo hacen muchas veces sus contenidos operan en sentido contrario a tales valores, es decir, dificultan la integración y el desarrollo de la persona. Acorde a esto, la falta de integración plena en la vida productiva de una sociedad no debe ser comprendida como el producto de decisiones individuales sino como el resultado de barreras económicas, políticas o institucionales, constituyéndose en un indicador de fracaso del sistema social (Calvez, 1997). Desde esta perspectiva, el empleo no se reduce entonces a la mera ocupación de un puesto de trabajo en el sistema económico y productivo. Estar empleado o tener un trabajo implica el desarrollo de una actividad que proporcione una remuneración adecuada, una relativa seguridad y estabilidad, así como un aceptable grado de satisfacción personal y reconocimiento social. La calidad del empleo comprende por lo tanto un conjunto de aspectos asociados a la estabilidad, la extensión e intensidad de la jornada de trabajo, la protección social, el acceso a la recreación, las condiciones de seguridad e higiene y el pleno ejercicio de derechos laborales fundamentales. Tanto nuestra Constitución Nacional como la norma del ?trabajo decente? expresan muy bien este conjunto de derechos (OIT, 1999, 2006).
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