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La primera infancia: importancia del proceso de crianza y socialización para el sano desarrollo
Salvia, Agustín y Tuñón, Ianina.
Artículo de divulgación del Observatorio de la Maternidad.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/pnKz/dUu
Resumen
En Argentina, la población infantil entre 0 y 4 años comprende alrededor de 3,5 millones de niños y niñas. Esta etapa vital se reconoce como prioritaria en el desarrollo humano de los niños y las niñas en aspectos físicos, emocionales y cognitivos. Durante estos primeros años, los niños y las niñas se ven expuestos a múltiples situaciones de vulnerabilidad: morir por causas evitables, carecer de una adecuada alimentación o ser maltratado. Según datos de la Encuesta de la Deuda Social la Argentina para 2009, 3 de cada 10 niños/as menores de 5 años viven en hogares con condiciones de hacinamiento; 4 de cada 10 en hogares con problemas de saneamiento y 3 de cada 10 en barrios con problemas de contaminación ambiental; 6 de cada 10 pertenecen a hogares en los que el jefe/a de hogar se encuentra en una situación laboral inestable precarios, subempleos de subsistencia, desempleados o desalentados). En general, estas situaciones de déficit en las condiciones de vida de la niñez suelen ser más visualizadas en tanto no solo comprometen el desarrollo de los niños y las niñas sino el sostenimiento de la vida misma. Sin embargo, cabe advertir sobre otros aspectos menos visibilizados pero importantes en la construcción de la identidad de los niños y las niñas y definitorios de su curso de vida futuro, como lo son las oportunidades de estimulación emocional, social e intelectual. En efecto, en estos primeros años de vida adquieren especial importancia los vínculos primarios que los niños y las niñas establecen con los principales adultos de referencia. Es deseable que esos vínculos se construyan en el marco de estilos de crianza tolerantes y en las interacciones intensas, estables y cariñosas entre el niño/a y sus padres, y/o adultos de referencia alternativos. Dichos vínculos tienen lugar en, por ejemplo, el amamantamiento, en las caricias, en los abrazos, en la palabra cotidiana, en los cuentos y en las canciones. Todos estímulos que adquieren un papel fundamental en el desarrollo emocional del niño/a, en el proceso de construcción de su identidad, y en el logro de un vínculo seguro con los adultos de referencia.
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