La Psicología de la Música nació con el impulso cientificista de la psicología experimental en el siglo XIX. Como parte del instrumento de poder para imponer una monocultura del rigor del saber (la Ciencia Moderna) determinó la necesidad de una distancia epistemológica entre el sujeto (investigador) y el objeto de conocimiento (la experiencia musical), basada en la concepción de música del Iluminismo y la Teoría de la Música Occidental, por un lado, y en las bases epistemológicas y metodológicas de la psicología del lenguaje. Esta ciencia de la música desprecia otras concepciones de música y desconoce el conocimiento propio del sujeto cognocente, considerándolo meramente como un sistema (más o menos dinámico) que produce respuestas ante estímulos sonoros. Básicamente, invisibiliza otras experiencias musicales no occidentales.Este trabajo recoge algunas reflexiones surgidas de la necesidad de enunciar una psicología de la música desde mi propia experiencia como investigador y sujeto musical subalternizado por la epistemología dominante. Parte de asumir un locus de enunciación en el Sur Global, específicamente en Sudamérica y se propone dejar atrás supuestos que confinan las experiencias locales a la no existencia.Para ello interpelo un par de supuestos básicos de la Psicología de la Música hegemónica. En primer lugar, analizo la noción de música como lenguaje, derivada de los enfoques lingüísticos estructuralistas que fundaron la tradición cognitivo estructuralista de los estudios en música. En segundo lugar discuto la supremacía del sonido en la experiencia musical que ha operativizado el cognitivismo clásico.En general el trabajo se propone contribuir a una discusión acerca del rol de la psicología cognitiva, las neurociencias y la musicología estructuralista occidental en el concierto de unas ciencias cognitivas de la música que contribuyan a la inteligibilidad de nuestra experiencia musical.