Desde la década de los ?30, el tango fue una música clave para el desarrollo del cine industrial argentino. No sólo brindó la música, temas y figuras para la consolidación de nuestra cinematografía, sino que conformó su marca internacional. Las cancionistas y los cantores, la noche y su poética constituyeron un espacio plenamente reconocible en la pantalla del cine argentino.A partir de los ?40, otros géneros predominaron, como la comedia blanca, la épica y el gran melodrama, mientras que el melodrama tanguero perdió el favor mayoritario de la audiencia. Sin embargo, ciertas matrices narrativas del tango se mantuvieron. En esta ponencia, nos proponemos analizar el uso de la narrativa tanguera que puede observarse en dos películas distantes en el tiempo, pero que exponen una inclusión sofisticada de esta música: Los pulpos (1949) y Breve cielo (1969). Sin cantantes ni números musicales, los directores Carlos Hugo Christensen y David José Kohon ?ambos reconocidos por sus innovaciones en el lenguaje cinematográfico en distintos períodos? propusieron una inclusión del tango que excedía lo anecdótico para anclarse en la atmósfera y en los personajes citadinos de estas películas.