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Alcances y función social de la investigación-acción en educación: el caso de las prácticas de lectura y escritura académicas
Padilla, Constanza, Lopez, Esther, Molina, María Elena y Hael, María Virginia.
Foro de reflexión conceptual. La función social de la Investigación. Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Cultura (CONICET-UNT), San Miguel de Tucumán, 2012.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/p8ad/8su
Resumen
El planteamiento de la función social de nuestras investigaciones, ligadas estrechamente al ámbito educativo, está atravesado por una reflexión acerca de nuestras opciones metodológicas para acercarnos al recorte de la realidad que investigamos y queremos transformar. En tal sentido, la investigación-acción educativa se presenta como una alternativa válida en el contexto mayor de las metodologías cualitativas que buscan un conocimiento e interpretación de la realidad en profundidad, a partir de la indagación tanto de las prácticas como de las representaciones de dichas prácticas que poseen los principales actores sociales involucrados: en el caso particular de la educación, los docentes y los estudiantes. Sin embargo, la investigación-acción educativa va más allá de la instancia interpretativa característica de la investigación cualitativa ya que, a través de un movimiento cíclico e interactivo, si bien busca hacer emergentes los problemas de investigación e intenta comprenderlos en sus complejas y múltiples dimensiones, planifica e implementa acciones transformadoras, tendientes a encontrar soluciones a dichos problemas, y evalúa las consecuencias de estas acciones para determinar nuevos problemas de investigación. De allí que se recurra al concepto de "espiral de cambio" para hacer referencia a este dinamismo cíclico, característico de este enfoque desde su planteamiento fundacional (Lewin, 1946), el cual contrasta con el carácter lineal y acabado de otras alternativas metodológicas. De este modo, la noción de investigación-acción enfatiza el carácter exploratorio, situado y provisorio del proceso de investigación (Clayton, O´Brien, Burton, Campbell, Qualter y Varga-Atkins, 2008), en contraposición con la idea de que la investigación válida es aquella cuantitativa, positivista y, por tanto, de alcance universal. Otra nota distintiva de este enfoque, cuestionada por otras visiones del quehacer científico, es la de que el investigador y su objeto no están separados, sino que asumen una posición subjetiva, como investigadores y protagonistas del proceso de investigación y de los resultados de dicho proceso. De este modo, este aspecto -característico de algunas modalidades de la investigación-acción-, compromete a los docentes como investigadores de sus propias prácticas profesionales, impulsándolos a modificarlas, a partir de una comprensión previa de las mismas y de las condiciones bajo las cuales se realizan (Emerson, MacKay, MacKay, Funnell, 2006). Cambia los patrones de "decir", "hacer" y "vincular" para crear nuevos patrones de vida. De allí que se la considere una meta-práctica; es decir, una práctica que cambia otras prácticas (Kemmis, 2009). De esto se deriva otra nota específica de algunas de las líneas más actuales de la investigación-acción: la de ser un proceso crítico y autocrítico que anima las transformaciones, tanto individuales como colectivas, ya que no sólo transforma lo que pensamos y decimos, sino las formas en que nos vinculamos con los otros y las circunstancias que nos rodean. En este marco se incorpora la acción colectiva, en la que interacciones, decires y vinculaciones describen el lugar de lo social. De esta manera, la transformación de las prácticas involucra transformaciones acerca de cómo los agentes sociales entienden sus prácticas, qué hacen con ellas y cómo se vinculan con los otros, de manera tal que los cambios se dan en las interacciones, pero siempre a partir de la reflexión, con un grado importante de autoconciencia (Kemmis, 2009). Tanto el acercamiento de los roles de investigador y docente, como la visión crítica de las propias prácticas profesionales fundan otra fortaleza de este enfoque de investigación: la de promover un contrapeso de poderes, por cuanto la responsabilidad del proceso de investigación se desarrolla en una horizontalidad (se busca abandonar la idea de la élite investigativa) que, a la vez, promueve procesos de cambio desde abajo (las prácticas áulicas) hacia arriba (las políticas educativas). Con respecto a estas notas distintivas de la investigación-acción educativa, el objetivo de este trabajo es discutir los alcances de este enfoque, en relación con la función social de la investigación, particularmente, en el área de las ciencias humanas y sociales. Para ello, nos referiremos, a modo de ejemplo, a algunas alternativas del proceso de transformación de nuestro objeto de investigación, las prácticas de lectura y escritura académicas, a partir de las experiencias de investigación-acción realizadas desde el año 2005 en la carrera de Letras de la UNT . En este sentido, consideramos que esta opción metodológica tiene una gran potencialidad puesto que permite plantear de forma más directa el vínculo entre investigación y función social en ámbitos como el educativo que requieren de respuestas urgentes y concretas a los problemas actuales.
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