En ambientes con novedosos dispositivos tecnológicos, de alta conectividad y disponibilidad, la incorporación de dichos entornos en la enseñanza oscila en un arco que puede ir desde el uso justificado en marcos conceptuales hasta la banalización del contenido. Las tensiones que se producen al intentar articular los posicionamientos vanguardistas, las innovaciones y las buenas prácticas de enseñanza nos permiten pensar en tres dimensiones complementarias: por un lado, reflexionar sobre los puntos de apoyo que requieren convertir las intervenciones con tecnología y los entornos tecnológicos en propuestas con intencionalidad pedagógica; en segundo lugar, pensar la oportunidad y la necesidad de la innovación y la experimentación didáctica donde los profesores puedan tomar riesgos de imaginar nuevos escenarios y contextos y revisar sus estrategias de enseñanza, amalgamando las tecnologías como parte ineludible de la mediación pedagógica y, finalmente, iniciar la discusión de nuevas categorías conceptuales que permitan concebir las mejores prácticas, las más creativas, favorecedoras del pensamiento, para abrir puertas a nuevos conocimientos y modos de ver el mundo.