Las llamadas “Nuevas Filosofías de la Historia” atribuyen a la disciplina el rol político y social de contribuir a la subjetividad de los individuos, tanto en su percepción histórica de sí mismos como en su capacidad de acción histórica concreta. Al otorgar presencia histórica a una comunidad marginada en un relato en el que pueda sentirse identificada, el historiador puede contribuir a su presencia política y su potencial para modificar el orden que la margina. Dentro de este marco, el trabajo analiza el caso queer como paradigmático de estas comunidades marginadas, ya que por su mismo carácter de ruptura de discursos e identidades definidos visibiliza las ambigüedades y paradojas presentes -aunque de manera no explícita- en todo proyecto historiográfico-político. Lo queer nace de la dificultad misma de delimitar su propio objeto de análisis, y será por lo tanto un desafío para el historiador que quiera abordar un sujeto que no sólo está aún sin definir, sino que por su propia posición se niega a ser definido. Se analizarán las consecuencias que este carácter “huidizo” puede tener sobre los aspectos tanto académicos como políticos del programa: ¿Es posible construir un programa político para un colectivo que se centra en la deconstrucción? ¿Cuál es el lenguaje posible para referirse a un sujeto cuyo reclamo teórico y político exige la deconstrucción misma del discurso? ¿Cómo saber quién cosechará los frutos del programa si no se sabe a quién iba dirigido? Por otro lado, ¿es necesario para una disciplina que su objeto acepte ser definido? ¿Qué tarea le quedaría a la historiografía si se quedara sin objeto?