Teniendo en cuenta las transformaciones que se materializaron en los últimos años en relación a diversas problematizaciones vinculadas a los géneros, a las desigualdades de géneros, a las violencias de género y a los derechos de las mujeres y población LGTBIQ+, a partir de la creciente participación y movilización en el espacio público de estxs sujetxs, pero también de la instalación de sus demandas en la agenda mediática y con la sanción de nuevos dispositivos normativos; retomando a Ana Miranda (2017) me pregunto: ¿cómo, cuánto y qué de todo eso se traduce, materializa, territorializa en lugares concretos y en la vida cotidiana de las personas? Tomando como punto de partida este análisis, me interesa pensar una situación concreta: mi experiencia como trabajadora en un programa municipal destinado a adolescentes y jóvenes de barrios populares. El objetivo del trabajo es revisar diferentes características (que posibilitan y/o limitan) la construcción de propuestas en clave de la ESI (Educación Sexual Integral) en este espacio territorial. Atendiendo a lo anterior, la pregunta que estructura el trabajo es: cómo, cuánto y qué de la propuesta de la ESI se puede territorializar en un espacio escolar concreto y cuáles son las características específicas del lugar que habilitan o condicionan la posibilidad de desplegar esta política pública en la institución. El trabajo contiene tres momentos: a) presentación de la experiencia, b) análisis y contextualización de las particularidades locales y c) propone algunos ejes para revisar aquellas vivencias y pensar nuevos desafíos. Finalmente, es pertinente señalar que en cada una de estas instancias pondré en diálogo la experiencia situada (obtenida a partir de registros o sistematizaciones personales) con propuestas teóricas de diversxs autorxs.