La independencia de la Nueva España implicó, entre otras cosas, la llegada de extranjeros, capitales e ideologías que se extenderían con cierta libertad en un territorio que había permanecido en relativo secretismo durante la férrea sujeción hispánica, lo que supuso un trastrocamiento de la vida de las ciudades y, consecuentemente, de la identidad nacional. En este artículo, con un enfoque de vida cotidiana –materializada en los espacios públicos– se construyen los elementos que posibilitaron su reproducibilidad. Para ello, desde la mirada de los viajeros, se toma como objeto la ciudad de Tepic cuya primacía acontecería, precisamente, en el México preliberal.