Cuando se habla con mujeres policías sobre sus trayectorias en la institución, la vida por fuera del servicio se constituye como un elemento estructurador y organizador de las horas dentro. En todos los casos, y en todas las jerarquías, las mujeres entrelazan su desempeño con un elemento (externo) común: la capacidad de llevar adelante una milimétrica organización familiar, doméstica y de cuidados que regula su desempeño en la institución. La “buena gestión” del hogar y de la crianza de los hijos son variables que afectan transversalmente el rendimiento de las mujeres en la policía. Los factores que repercuten en el desempeño de las mujeres tienen componentes distintos al del personal masculino, caracterizado por la combinación de atributos vinculados con la fuerza, resistencia e imposición. En las mujeres estos elementos se relacionan con la capacidad de llevar adelante (y con éxito) tareas y responsabilidades vinculadas con roles tradicionales de género. Roles que asignan funciones que estas mujeres asumen “fuera del trabajo” pero que, inevitablemente, interceptan sus horas, todas, de servicio. La “maternidad” aquí se convierte en un elemento fundamental de la labor de estas mujeres, en tanto funciona como clave explicativa de una forma específica de vincularse con la vida pero, y fundamentalmente, con el trabajo. Se constituye un lugar desde el que estas mujeres dicen pensar, relacionarse, ser mujeres y ser policías. Es una forma de ejercicio evocada y reconocida tanto por aquellas que tienen hijos/as, como por las que no. Estas mujeres policías dicen haber “hecho de madres” o han tenido superiores, mujeres también, que las han tratado “como si fueran hijas”. Nos proponemos entonces pensar en la maternidad, entendiéndola como un repertorio de acción disponible para las policías. Una modalidad de hacer y relacionarse que, en muchos casos, deriva en trayectorias exitosas