La figura del liderazgo resulta de alguna manera, el andamiaje fundamental de nuestro trabajo. En las instituciones de seguridad, la dimensión de liderar se relaciona estrictamente con términos como dirección, mando, gestión y jefatura. Esto da cuenta que la organización policial está esencialmente estructurada de manera jerárquica y verticalista, donde las relaciones de autoridad y escalafón se definen a través del sistema de grados y normas de promoción. A su vez, la designación formal institucional de mando supone como eje central la figura de autoridad y por ende, una estricta relación con la dimensión disciplinaria. El inconveniente principal que observamos en el proceso de indagación realizado en el marco del Trabajo Final de Grado de la Licenciatura en Seguridad de la UNVM, es que más allá de la designación formal del mando en el caso del Agente policial, en la práctica cotidiana emergen dificultades que impactan en la calidad del servicio y la convivencia intrainstitucional. En las organizaciones, lo que garantiza el liderazgo eficaz se asocia a que el personal subordinado desarrolle actos voluntarios de compromiso, motivación con la causa común, considerando los actos y la conducción del líder como una referencia a imitar. Sin embargo, en el grupo sobre el que decidimos estudiar, conformado por personal de suboficiales de la Provincia de Córdoba, la problemática se focaliza en los puestos de jefe/a con personal a cargo. En este sentido, nuestro objetivo es ofrecer algunas reflexiones en torno a considerar la figura de líderes innatos o naturales que asume el personal suboficial independientemente de su cargo jerárquico formal. El cual, por el contrario se presenta en conflicto con el ejercicio de la autoridad en las funciones diarias con personal oficial a cargo.